Capítulo Catorce

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Boston,
15 de junio 2013.

Camine hasta el elevador privado de mi jefe que solía utilizar la mayoría del tiempo cuando llegaba tarde, mire mi reflejo en las puertas metálicas, por alguna extraña razón había una sonrisa boba en mi rostro y no era por Louis, eso era seguro.

–¿Algún pendiente Catalina?–dije cuando pase por su escritorio.

Ella dio un salto de su silla tomando unas cosas de la mesa para ir detrás de mi hasta mi oficina donde cerró la puerta.

–Bueno, el encargado de Buena Esperanza llamo para decir que necesita que le dieran visto bueno a los colores que utilizarían en las paredes, sus socios dijeron que esa era decisión suya y necesitan la respuesta a más tardar hoy en la tarde. –miro la tableta– por supuesto, el jefe mando a llamar a todos los empleados para presentar al nuevo administrador de la empresa, se dice que es buen amigo del jefe.

Mordí mi labio inferior ocultando una sonrisa, él había aceptado el trabajo.

–Muchas gracias, puedes retirarte.–mantuve una postura rígida.

Me sonrió y se marchó de la oficina dejándome sola, solté la sonrisa que estaba guardando, me senté en mi silla cubriendo mi rostro, seguía sin creer que lo había vuelto a besar, pero esta vez fue diferente, no sentí culpa por hacerlo de hecho fue satisfactorio hacerlo, sentir sus labios sobre los míos de nuevo.

Negué encendiendo la MacBook para ver los colores que utilizarían en las paredes del edificio o más bien el hogar que estábamos creando para las personas necesitadas. Abrí el correo mirando como el encargado me había mandado cuatro colores diferentes.

Verde limón.

Amarillo.

Celeste.

Lila.

Eran lindos colores, todos me encantaban así que tendrían que pintar unas habitaciones de un color y otras de otro, ya se lo haría saber en la tarde.

Pulse el botón del teléfono para llamar a Catalina.

–¿Sí, señorita Davis?–dijo a penas respondió.

–¿A qué hora será la reunión para presentar al administrador?–pregunté olvidando si había mencionado la hora.

–A las diez en punto.-informo.

–Perfecto, gracias.

Colgué para comenzar el trabajo antes de que la presentación de Aiden comenzara, un nudo se hizo en mi estomago al pensar que todas lo mirarían, carajo, no.

Recibí algunos mensajes de Louis preguntando como iniciaba mi día ya que había vuelto a viajar, pero esta vez a Italia donde estaba comenzando con una cadena de hoteles bastante lujosos, era un hombre de en sueño, pero creo que a mí se me estaba quitando el privilegio de tenerlo.

Cuando menos me di cuenta ya era hora de ir a la presentación, arregle un poco mi cabello y salí de la oficina haciendo que Catalina se levantara para seguirme hasta el elevador.

–Dicen que el nuevo administrador es guapo.–dijo cuando estuvimos en el elevador.

La mire alzando una ceja.

–Ya sabe, los chismes corren rápido.–alzó los hombros restándole importancia.

–Por supuesto.–asentí dandole la razón.

Cuando llegamos al último piso estaba lleno de los empleados de las diferentes plantas, me abrí camino entre ellos hasta estar a una buena distancia de la tarima donde ya se encontraba el jefe junto con Aiden que me regalo una rápida mirada antes de intercambiar palabras con el jefe.

–Buen día a todos, gracias por venir y perdón por interrumpir su hora de trabajo, pero me permito presentarles al nuevo administrador Aiden Wright mi mano derecha desde ahora, ¿Aiden?–presentó con brevedad.

Él asintió acercándose al micrófono.

–Es tan ardiente.–dijo una de las empleadas.

El nudo en mi estómago se volvió a formar haciendo que ganas de vomitar me invadieran y no, no estaba embarazada. Lo miré como comenzaba a hablar, pero no pude más, me di la vuelta y con paso rápido salí de ahí pudiendo notar como ponía una pausa a su discurso para después seguir.

Entre en un cubículo vaciando lo que había comido minutos atrás, cuando había vaciado todo me levante y lave mi boca en el lavamanos, me mire en el espejo soltando un suspiro.

Cuando salí del baño mire como todos los empleados volvían a su trabajo, espere a que se vaciara un poco más la planta para ir a la nueva oficina de Aiden. Al llegar golpe con mis nudillos levemente la puerta de cristal.

–Adelante.–dijo desde adentro.

Abrí la puerta pasando a la oficina que estaba en perfecto orden como todas las demás.

–Hola.–salude con una tímida sonrisa.

–Hey, que sorpresa.–detuvo lo que estaba haciendo.

Arrugue mi nariz en forma de juego.

–Pensé que te habían aburrido mis palabras.–fingió indignación.

Negué riendo.

–Necesita ir al baño, era urgente.–no quise entrar en detalles

–No quiero saber más.–levantó las manos soltando una risa.

–¡No, por dios!–negué sintiendo las mejillas calientes.

Su risa hizo que todos mis sentidos se pusieran alerta.

Camine hasta él acercándome al ventanal de piso a techo donde se miraba la ciudad iluminada por el sol.

–Linda vista.–admití sin despegar mis ojos.

–Ya lo creo.–supe que lo decía mientras me miraba.

–Dicen los rumores de oficina que eres guapo y ardiente.–decidí cambiar de tema.

–¿Lo crees?–se cruzó de brazos.

Baje la mirada tratando de ocultar una sonrisa.

–No lo sé.–arrugue la nariz.

–Por supuesto que lo crees.–dijo con arrogancia.

Rodeé los ojos.

Sentí su mano buscar la mía, entrelazo nuestros dedos algo que hizo que todo mi cuerpo se erizara, llevo su mano libre a mi mejilla acariciándola, acercando su rostro al mío.

–No en la oficina.–retrocedí sin soltar su mano

–Pones las cosas difíciles.–se quejo.

Sonreí.

–Comienzo a pensar que aceptaste el trabajo por mí.–me di más importancia de la debida.

–No pienses mucho que fue por eso.–cerro los ojos y sacudió la cabeza.

Me reí separándome de él.

–Bueno señor Wright hay personas que necesitan trabajar.–dije lista para marcharme.

–Por supuesto señorita Davis, adelante.–me siguió el juego.

Me reí de camino a la puerta de su oficina, antes de salir me volteé y le sonreí para después marcharme a seguir con mi trabajo.

¿Qué hice?

Peligroso Amor. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora