Capítulo Treinta y Cinco.

6.7K 365 7
                                    

Portugal,
29 de julio 2015.

1 año después...

Siempre había creído que Louis era el hombre con el que pasaría el resto de mi vida, formaríamos una familia y nos apoyaríamos en todo pero cada mañana al despertar y ver a Aiden a mi lado con el cabello revuelto y los ojos tan claros que podía leer sus pensamientos supe que realmente era él con quién quería estar.

-Buenos días nena.-sus largas pestañas rozaron su piel debajo de sus cejas.

-Buenos días.-acaricie su cabello con suavidad.

-¿Llevas mucho tiempo despierta?-por debajo de la sábana busco mi cuerpo para pegarse a mí.

-No mucho.-bese cortamente sus labios.

-Mmmh...-con su nariz acarició mi mandíbula.

-¿Cansado señor Wright?-susurré divertida enroscando una de mis piernas a su cadera.

-Solo un poco.-enterró su rostro en el hueco de mi cuello.

Solté una pequeña risa acariciando su cabello sintiendo como su respiración comenzaba a hacerse lenta de nuevo, indicando que se estaba volviendo a quedar dormido.

No lo culpaba, llevábamos un par de meses recorriendo Europa en coche tratando de así recuperar el tiempo que habíamos perdido después del accidente pasado cada segundo pegados.

Sabía que a su hermana y a su madre no les agradaba por completo nuestra relación pero intentaban no meterse, al fin y al cabo Aiden había dejado en claro que ambos éramos personas adultas que sabían lo que querían, cualquier opinión sobre nuestra relación nos importaba poco porque nadie era realmente consciente de la forma tan fuerte que nos amabamos.

Salí de la cama para ir a darme un baño mientras Aiden seguía dormido. Temple el agua dejándola en un punto dónde no estaba muy caliente pero el vapor inundó el baño, me metí debajo del chorro que se encargó de mojar mi cuerpo por completo.

-¡Joder!-di un salto del susto cuando sentí sus manos rodear mi abdomen.

-Esa boca señorita Davis.-me dió un azote en el culo.

-Aiden.-me gire para tenerlo de frente.

-¿Si?-puso aquella sonrisa que sabía que me enloquecía.

Entre cerré los ojos pero a él le causó gracia estallando en risas a las que me uni solo por el simple placer que me causaba reír junto con él.

-Me has asustado.-recorrí con mis uñas su mandíbula.

Alzó una de sus negras cejas bajando sus manos por mi espalda hasta mi culo el que amasó.

-Se nos hará tarde.-advertí cuando supe sus intenciones.

Inclinó su cabeza rozando nuestros labios.

-Entonces cierra esa bonita boca mi amor.-me giro pegando mi pecho a los azulejos.

Junte los labios callando mi gemido cuando se abrió paso entre mis pliegues hasta enterrase por completo en mí quedándose quieto retirando mi cabello mojado de mi espalda y hombros dónde dejó una mordida antes de comenzar a bombear logrando que la unión de nuestros cuerpos hiciera eco en las cuatro paredes del baño.

Ω

-¿Entonces, cuál es nuestro próximo destino señor Wright?-se puse el cinturón de seguridad.

Me miró un segundo con una sonrisa antes de cubrir sus preciosos ojos con unos Rayban negros.

-Será sorpresa.-dijo y encendió el coche.

Lo mire fijamente a pesar de que me esquivo la mirada. Reí.

-Italia ahí vamos.-se volví a acomodar en mi asiento.

-Joder.-se rio sacudiendo la cabeza.

Italia sería nuestra última parada antes de regresar a Estados Unidos dónde comenzaríamos una nueva aventura comenzando en Nueva York y así consecutivamente hasta terminar en El Gran Cañón.

Dirigí mi mano a los controles pulsando uno para así lograr que la capota del coche en el que viajabamos se guardará en la parte trasera dejando que el viento nos golpeará con fuerza en nuestro trayecto a nuestro próximo destino.

Encendí la radio dejando que la música sonará a un alto volumen que Aiden parecía disfrutar mientras golpeaba con su dedo índice el volante y tarareaba la canción con la vista en la carretera, sonreí con felicidad desabrochando un segundo mi cinturón para alcanzar su mejilla.

-Te amo tanto.-sujete su mejilla mientras descansaba mi frente en su sien.

Giro su cabeza dejando un húmedo beso en la palma de mi mano.

-Te amo más nena.

Me encantaba todo lo que Aiden me hacía sentir, la plenitud que sentía al estar con él recorriendo ciudades en coche, la felicidad de despertar cada día a su lado, la ilusión de nuestro futuro juntos pero lo que más me encantaba era poder ser libres de demostrar nuestro amor, ese amor que alguna vez fue peligroso.

Nuestro peligroso amor.

Fin.


Peligroso Amor. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora