Capítulo Dieciocho

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Boston,
27 de junio 2013.

El sonido del ascensor retumbó en mis oídos cuando las puertas metálicas se abrieron dejando a la vista a la asistente de Aiden que al verme sonrió tan hipócrita que me dieron ganas de arrancarle las extensiones pero no lo hice, pase de largo esquivando el golpe que quería dar su hombro con el mío, espere en la puerta de la oficina de Aiden para que ella tomara el elevador y cuando así lo hizo toque la puerta de su oficina escuchando un ‹adelante› frustrado de su parte, abrí la puerta encontrando a un Aiden despeinado con su rostro fatigado.

–Te ves mal.–trone la lengua.

–Es tanto trabajo.-dijo frustrado.

–Puedo ayudarte.–dije desde la puerta.

–No, tu jornada termino.–sacudió la cabeza.

–Déjame, quiero.

Camine hacia el escritorio dejando mi bolso en una silla para después rodear el escritorio y ponerme a su lado, mire la MacBook sintiendo fatiga de solo ver la pantalla pero no lo demostré, moví mi mano para tomar el mouse para poder ver los documentos que tenía que revisar y todo eso que él tenía que hacer, pare de hacer lo que estaba haciendo cuando sentí sus dedos tocar mi muñeca con sumo cuidado esperando alguna reacción de mi parte pero solo me mantuve quieta aguantando la respiración.

Su mano fue subiendo por mi brazo y en el transcurso de eso se levantó de su silla quedando recto lo que me obligo a ponerme recta, me voltee mirando su rostro, pero lo que me llamo la atención fue sus ojos azules dilatados, sentí sus manos en mi cintura con las que pego su cuerpo al mío haciendo que el calor aumentara con cada segundo, inclino su rostro al mío capturando mis labios chupando y mordiendo el inferior.

Puse mis manos en su pecho empujándolo para que cayera sentado en su silla de cuero, camine hasta el poniendo a horcajadas sobre su regazo sintiendo su erección apretando mi sexo, baje mis manos a su camiseta comenzando a desabrochar los botones de su camiseta blanca mientras guardaba los gemidos en el fondo de mi garganta cuando sus labios hicieron contacto con mi cuello y sus manos desabrochaba mi blusa de botones quitándomela, dejándome en sujetador.

–Aline...–soltó un jadeo.

Negué obligando a que callara, no quería pensar, sabía que si lo hacía iba a parar todo esto y jamás podría volver a verlo a la cara de nueva cuenta.

Cerré mis ojos sintiendo sus labios besar mi mentón, mi cuello, mi clavícula hasta llegar a mi hombro desnudó, sus manos se unieron en el broche de mi sujetador que desapareció segundos después dejando mis senos al aire, saqué su camiseta con su ayuda pudiendo admirar su trabajado torso, gemí cuando sus labios capturaron uno de mis pezones que pronto se puso erecto como el otro que recibió la misma atención a su tiempo. Baje mis manos encontrando su cinturón el que desabroche junto con el botón del pantalón, baje el cierre tocando con timidez su erección sobre la tela de su bóxer.

Con sus labios aun en mi pezón bajo sus manos al cierre de mi falta el que bajo para deshacerse de mi falda con dificultad por la posición en la que nos encontrábamos, cuando lo logro sentí vergüenza por estar casi desnuda frente a un hombre que pago por algo inocente por mi culpa la cual desapareció cuando sus labios capturaron los míos segundos después, pero esta vez de una forma distinta, tal vez con dulzura o amor algo que en el fondo me asustaba.

Se levanto de la silla conmigo en brazos, me sentó sobre el escritorio después de alejar los documentos sobre el espacio donde me había dejado, se deshizo de mis medias y de mis bragas como lo hizo de su pantalón y de su bóxer después de sacar un paquete plateado de su cartera, se lo coloco en su erección para después acercarse a mi frotando su miembro en mi entrada.

Pareciera como si tuviera dudando de lo que estaba a punto de hacer pero ese pensamiento se borró cuando entro en mi tan lentamente que dolía, sus manos subieron a mis senos que pedían atención a gritos algo que les fue concedido, clave mis uñas en su espalda sintiendo una sensación que jamás había sentido con ningún hombre con el que había estado, esto era diferente, no solo era sexo era más que eso y eso asustaba, asustaba porque sabía lo que significaba.

Peligroso Amor. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora