Capítulo Treinta y Cuatro.

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París,
03 de abril 2014.

Seis meses después...

Llevaba seis meses residiendo en un bonito piso en París con la maravillosa vista de la Torre Eiffel que miraba cada mañana al despertar y comenzar a trabajar desde ahí en las empresas que mamá me había heredado, Demián se había vuelto mi socio y por ello las empresas iban de maravilla. No sabía mucho sobre Aiden y cómo iba su vida después del accidente, aún esperaba cada día que apareciera en mi puerta con la esperanza de que hubiera abierto el sobre que le dejé a Demián pero eso aún no pasaba.

–Entonces...–habló Demián y yo levanté la mirada de unos documentos.

–¿Entonces?–fruncí las cejas.

–Hay un hombre que se quiere asociar a "Nueva Esperanza"–sus ojos parecían más oscuro aunque podía ser solo cosa de la MacBook.

Guarde silencio.

Nueva Esperanza era una asociación ligada al proyecto que había realizado en Boston dónde las personas podían tener una nueva oportunidad de vida.

–Tienes una reunión con él está noche.–su voz me saco de mis cavilaciones.

–¿Está noche?–repetí aunque había escuchado a la perfección.

–Si, te mandaré la información por un correo.–despego su mirada de la pantalla– debo irme. Adiós Aline.

–Adiós Demián.–dije antes de que finalizará la llamada.

Dos minutos después me llegó su correo con la información del restaurante donde me vería con aquel hombre misterioso, pasando eso a segundo plano seguí revisando documentos que me habían llegado aquella mañana desde la empresa situada aquí en París.

Me serví más café en mi taza siendo la quinta taza que tomaba hoy, se había vuelto una rutina beber tanto café en el día mientras mantenía mi mente ocupada con el trabajo, solo así podía tener a Aiden fuera de mis pensamientos.

Me puse de pie delante del viejo ventanal admirando la espectacular vista que el atardecer me ofrecía haciendo lucir un cielo precioso con tonos naranjas, le di un último trago a mi café y dejé la taza a un lado de mi MacBook portátil para ir a tomar una ducha y así prepararme para la cena con aquel hombre.

Ω

El restaurante era uno muy refinado de esos dónde tenías que reservar meses antes para poder tener una mesa. El piso estaba tan brillante que podía ver mi propio reflejo en el mientras seguía al hombre que se encargaba de guiarme hasta donde se suponía me reuniría con aquel hombre pero no se detuvo en una mesa sino delante de una puerta, lo mire un segundo mientras sostenía la puerta para que entrará, mire dentro de la sala privada y pude ver a aquel hombre sentado dándome la espalda.

Merci.–le agradecí al hombre antes de entrar al sala.

Apreté con mis manos mi bolso mientras me encaminaba a la mesa sintiendo de pronto el calor golpearme.

–Lamento la tardanza.–tome el respaldo de la silla hacia atrás para poder sentarme pero me congelé cuando lo mire.

Tenía que ser mi imaginación.

–¿Aiden?–su nombre se escapó de mis labios en un susurró.

Debía ser mi imaginación.

–Señorita Davis.–seguí sus movimientos hasta detenerse a mi lado donde su fragancia me inundó y supe que era real.

Me enderece con la cabeza doliendome, me senté en la silla aún consternada cuando Aiden hizo la silla para atrás como todo un caballero para mí.

Lo mire en silencio con el corazón latiendo con tanta fiereza que creí que en algún momento saldría de mi cuerpo.

–¿Q-qué haces aquí?

No era así como imaginaba nuestro reencuentro.

Durante sus segundos de silencio en los que estaba segura me estaba escaneando como yo lo hacía con él, note tres cosas: su cabello tenía un corte distinto, de los lados estaba cortó y de arriba ligeramente largo; sus ojos parecían ser de un azul más claro pero tal vez solo era por el contraste que hacía con su traje y por último, había recuperado casi por completo el peso que había perdido.

El mozo entro a la sala trayendo una botella de vino tinto consigo sirviendo en nuestras copas antes de retirarse dejando la botella en la mesa, me acomode en mi asiento cuando su fuerte mirada se poso en mí.

–Lamento tanto no...–quería decirle que nunca fue mi intención dejarlo pero no pude.

–Debo confesar que fue una decepción despertar y que no hayas sido lo primero que ví.–su voz se profundizó y mi corazón dolió– pero una enfermera me explico todo lo que pasó así que no te lamentes.

Asentí sin saber que decir.

–¿Cómo estás?–me aferre a la silla cuando las ganas de ir hasta él y besarlo me asaltaron.

–Bien. Fueron meses difíciles en recuperación pero estoy bien.–asintió llevando la copa a sus labios.

Se sentía tan extraño estar aquí con él.

Sin duda alguna mi corazón seguía latiendo con locura por él pero ¿Él sentía lo mismo?

Arrugue las cejas mirando mi copa, cerré los ojos cuando las lágrimas prometían ganar la batalla y ser derramadas. Contuve el aliento cuando sus nudillos acariciaron mi mejilla con suavidad.

–Pensé que te perdería para siempre.–mi vista se esclareció cuando las lágrimas se derramaron.

Su sonrisa torcida se adueñó de sus labios mientras su pulgar se encargaba de limpiar mis lágrimas de mi mejilla izquierda.

–En mi puta vida dejaría a una mujer como tú, Aline.–sus palabras me tocaron el corazón– Jamás.

–Te amo.–las palabras salieron de mis labios incluso antes de que pudiera pensarlo.

Detuvo sus caricias en mi mejilla y temi haberlo arruinado cuando lo mire ponerse de pie de golpe con su mirada fija en mí.

–¿Qué?–ladeó la cabeza consternado.

Hice la silla hacia atrás y me levanté limpiando las lágrimas frescas en mis mejillas, di un paso hacia él quedando separados por unos cuantos centímetros.

–Te amo Aiden, como no tienes una idea.

Sus ojos conectaron con los míos y mis piernas temblaron pero antes de poder caer sus brazos me rodearon y sus labios rozaron los míos en una acción que me parecía dolorosa.

–Dilo de nuevo.–pidió en un susurró.

–Te amo, te amo, te amo, te am...

Sus labios me interrumpieron cuando por fin los junto con los míos en un beso que prometía desarmarme en un segundo, pase mis brazos por su cuello pegandome más a él sabiendo que realmente estaba aquí y no era mi imaginación.

Peligroso Amor. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora