Boston,
17 de agosto 2013.El dolor en mi cuerpo comenzaba a desaparecer excepto el que tenía detrás de la cabeza donde tenía cinco suturas por el golpe que había recibido en el impacto del choque. Solo estaría unas horas más aquí antes de por fin poder ir a ver a Aiden y saber cómo era que se encontraba, nadie, ningún doctor había querido decir su estado algo que me parecía raro pero cada vez que les preguntaba se ponían nerviosos, hacían el chequeo y se marchaban diciendo que tenían que hacer otras cosas.
Mi hermana no había venido a verme y sabia la razón de eso, estaba molesta de que hubiera engañado a Louis y de haber terminado nuestro compromiso después de tanto trabajo que hicimos para que todo estuviera perfecto para la boda pero los sentimientos cambian, eso era definitivamente cierto, también sabía que otra de las razones es que ella siempre había soñado con un hombre como él, atento y cariñoso. Louis sin duda era un hombre un maravilloso hombre pero no era para mí, claro que no lo era.
Mi madre, maldición, de mi madre no me había enterado de nada más desde que la abandono ese jodido hombre que me tenía hasta mi limite, ni si quiera por una revista que esta siempre al pendiente de nuestras vidas, solo sabía que había dejado la casa que mi padre había comprado con tanto amor para nosotras, lástima que ninguna supimos valorar el esfuerzo que hizo para comprarla.
De la oficina había venido Demián, Catalina y uno que otro empleado a pasarse a ver cómo me encontraba, la que más había venido era Catalina que cada vez que le preguntaba por Aiden me cambiaba de tema y eso me hacía pensar lo peor, así que me preparaba mentalmente para cualquier mala noticia, pero siendo sincera nunca, nadie está listo para las malas noticias.
–Señorita Davis, ¿Cómo se encuentra?–entró mi médico a la habitación con una sonrisa.
–Mucho mejor doctor.–asentí regresandole la sonrisa.
–Muy bien, alguien ha traído un poco de ropa y a firmado el alta, usted puede marcharse desde ahora.–la noticia me puso sumamente feliz.
–¿En serio?
–Por supuesto, procure cuidar muy bien las saturas.–me recordó.
–Gracias doctor.
El doctor desconecto los aparatos de mi cuerpo y saco la aguja que pasaba el suero a mi cuerpo del dorso de mi mano, salió de la habitación dejándome sola para poder vestirme con la ropa que me habían traído. Me levante de la camilla con toda la delicadeza posible sintiendo mis piernas acalambradas apenas tocaron el piso, era normal después de estar días en cama sin levantarme ni una sola vez.
Saque la ropa de la pequeña maleta mirando la chaqueta que llevaba en el accidente, la saque y la apreté contra mi pecho sintiendo un nudo en la garganta, me saque la bata del hospital después de entrar al baño que estaba ahí, lave con mucho cuidado mi cabello sacando la sangre seca que había quedado en este.
Al salir me vestí colocándome la chaqueta con el nudo en la garganta que no lograba desaparecer, quería salir de ahí y ver que él estaba bien, quería creer que él está bien. Tomé la bolsa vacía llevándola conmigo, al salir de la habitación sentí la mirada de todos sobre mí, a este punto ya todos sabían quién era, la hija del mejor empresario y abogado del mundo.
–Espero que le guste esta ropa.–dijo Cata cuando me vio.
–Muchas gracias Catalina, dame un segundo.–le sonreí aliviada de verla.
Le entregue la bolsa vacía para ir hacia la chica de recepción que al mirarme me sonrió con amabilidad.
–Buen día, ¿en qué puedo ayudarle señorita Davis?–quiso saber manteniendo su amabilidad.
–Quiero.–dude un momento– quiero saber dónde se encuentra el señor Wright.
–Por supuesto, un segundo.–puso su mirada en la pantalla delante de ella.
Mire a Catalina sobre mi hombro que solo me sonrió tratando de darme fuerzas para lo que vendría.
–El señor Wright está en cuidados intensivos, la habitación 112, piso 3.–sus palabras fueron como un calmante, estaba bien.
–Gracias.–susurré aliviada.
Ella asintió y volvió a su trabajo. Me di la vuelta sintiendo el corazón acelerado, mire a Catalina y ella sonrió a medias moviendo su mano de un lado a lado despidiéndose, subí al elevador pulsando el botón tres sintiendo tantas ganas de llegar a su habitación y decirle cuando feliz estaba de que estuviera bien, de que estábamos bien, de que saliendo de ahí estaríamos juntos como tantas veces lo habíamos pensado pero cuando llegue a su habitación todos esos pensamiento se borraron dejando mi mente en blanco y mi corazón se comenzó a partir al verlo, tenía demasiados aparatos en su cuerpo pero uno llamó mi atención, el que estaba en su boca, ¿no podía respirar?.
Me acerqué a la camilla sintiendo mis piernas como gelatinas y mis ojos llenarse de lágrimas, negué haciendo que estas cayeran por mis mejillas llegando hasta mi mentón.
Mire sus brazos con hematomas, su rostro con los mismos cortes que tenía ese día, unas grandes bolsas amoratadas bajo sus ojos, era todo lo contrario a lo que me había imaginado.
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Peligroso Amor. ©
Teen Fiction¿Qué pasará cuando un hombre ponga toda tu perfecta vida de cabeza? Lo que parecía ser un peligro para Aline Davis se terminó convirtiendo en amor, en un peligroso amor que la hará dudar de todo lo que tenía. ¿Realmente amaba a su prometido? Descubr...