• Capítulo 32.

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La cabeza le daba vueltas, sus párpados se sentían pesados cuando quiso abrir los ojos y mirar el lugar. Sonaban voces a lo lejos, como si le gritaran desde lo alto de un rascacielos. 

Lentamente sus sentidos volvieron en sí. Supo que se encontraba recostado sobre un piso frío y maderoso cuando movió su cuerpo para intentar despertar; sus ojos se abrieron en repetidas ocasiones, notando que la luz del día iluminaba aquel espacio en el que se encontraba. Las voces comenzaban a sonar cada vez más claras y altas conforme intentaba levantarse del piso.

Unas manos lo tomaron de los brazos para ayudarlo a levantarse con más rapidez y facilidad. Parpadeó un par de veces y observó la biblioteca de la universidad. Algunas cuantas personas lo rodeaban, mirando con curiosidad. Una sensación de vértigo lo llenó por un momento antes de mirar aquellas manos sujetando sus brazos desde atrás.  

—¿Te encuentras bien?

El joven pelinegro giró su cabeza con lentitud para observar a quien lo había ayudado. Sus ojos observaron aquella ropa de colores antes de subir hasta el rostro de aquel joven hombre de sonrisa encantadora y mirada preocupada.

—¿Qué? 

—¿Estás bien? —preguntó aquel chico, aún con sus manos sobre los brazos del contrario—. Te desmayaste, justo aquí

Jeon JungKook sacude suavemente su cabeza, deshaciéndose del agarre de aquel chico de cabellos color miel. Su cuerpo duele, frunce el ceño e intenta caminar cuando los demás estudiantes se dispersan por el lugar para dejar de prestarle atención. 

—Gracias, por la ayuda —murmura JungKook mientras camina un par de pasos—. Debo irme

—¿Conoces a Yoon JungKook?

Como si aquellas palabras fueran hielo, JungKook se congela y siente que ha despertado por completo. Está de pie en medio de la biblioteca, mirando la salida mientras escucha aquellos pasos acercarse nuevamente a él, colocándose a su lado izquierdo.

—¿Qué dijiste? —pregunta JungKook, tragando saliva al mirar al chico que lo observaba

—¿De casualidad conoces a un chico llamado Yoon JungKook?

—Lo siento, no sé quién es esa persona —tartamudea y suelta una risa, intentando salir de aquella biblioteca—. Te agradezco la ayuda, pero debo ir a otro lugar

—Eres idéntico a él; incluso tu nombre, es igual al de él... ¿o me equivoco, Jeon JungKook?

Las palabras se atoran en su garganta y su mirada se nota temblorosa al mirar aquella sonrisa amarga de aquel joven chico de cabellos y ojos de color miel. 

—¿Cómo es que me conoces?

—¿Cómo es que se parecen tanto, pero no se conocen? —pregunta el chico, dejando de lado su sonrisa—. Pero, al mismo tiempo son tan distintos... quizás por eso lo hace

La cabeza le vuelve a doler mientras escucha divagar al chico, aquellos susurros del libro que, a pesar de no estar con él, lo molestaban, lo hicieron cerrar sus ojos por un momento antes de darse vuelta e intentar a huir, sin embargo, aquel chico tomó una de sus manos y se acercó a él para abrazarse a su brazo. Jeon JungKook abre sus ojos con desconcierto y comienza a mirar a su alrededor; algunos de los estudiantes los observaban, y eso le causó pánico.

—Suéltame... —suplica JungKook en voz baja, intentando zafarse de su agarre con discreción—. Déjame ir

—No puedo —indica susurrando aquel chico—. No hasta que me escuches

—¿Por qué debería hacerlo? 

—Porque esto es importante para mí... y también debería serlo para ti

Mitos y leyendas.  [ TaeKook ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora