• Capítulo 22

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—Ya te lo dije~... no lo voy a presentar, aunque insistas

—¿Presentar qué cosa Jeon?

—Mi proyecto sobre las ramas~ —susurra, sonriendo—. Esas ramas jamás posaron para mí

Tal vez Kim TaeHyung no gozaba precisamente de cuidar a quienes se pasaban de copas, pero no iba a mentirse; Jeon JungKook era lo más tierno que había observado en toda su vida.

Cuando el peligris había tomado su mano en la biblioteca, no dudo ni un segundo en ir al mismo local en el que él y Jung Hoseok habían ahogado sus penas antes de aquel libro. Quizás no traía muy buenos recuerdos, pero era cierto que en aquel sitio uno podía quitarse todo lo malo que había sentido durante el día, o durante toda la vida.

A pesar de eso, jamás imaginó que JungKook, apenas dando un pequeño sorbo al vasito de soju, comenzara a beber de golpe un desfile de alcohol. TaeHyung intentó detenerlo, pero sus intentos fueron en vano, el peligris tenía la botella y, por desgracia, era el único que había llevado consigo dinero.

—¿Cuánto más vas a beber JungKook? —cuestionó el mayor al observar la manera tan cómica en la que el peligris leía una y otra vez el menú—. Al menos pidamos algo para cenar si nos vamos quedar más tiempo

—Solamente... sólo han sido cuatro botellas de refresco Kim —siseó JungKook, dejando el menú en la mesa—. No puedes pedirme que deje de beber cuando está muy exquisito

—¿De verdad jamás habías probado el alcohol? 

JungKook frunce su ceño y mira el rostro confundido del castaño, parpadea un par de veces al notar que todo a su alrededor se movía ligeramente, y posa su vista en la etiqueta de la botella medio vacía en su mano.

—Ah... yo creí que era una bebida extranjera 

Una sonrisa divertida se dibuja en el rostro del peligris, sus dientes se asoman apenas visiblemente y cierra sus ojos para descansar. 

Aquella imagen era preciosa sin duda; Jeon JungKook era una persona demasiado etérea, su piel se miraba lisa y clara, sus mejillas se pintaban de un ligero rosado al igual que sus labios, las hebras de su cabello platinado reposaban delicadamente sobre el rostro, cuello y hombros del más chico, y su sonrisa era la clara muestra de un sentimiento puro.

Demasiado irreal para el mundo en el que vivía físicamente Kim TaeHyung, pero algo era claro, el chico era todo lo que había imaginado en su mundo interno, en su fantasioso mundo literario.

—¿Tú crees en el destino, Kim TaeHyung?

No supo en qué momento se había perdido dentro de sus pensamientos, pero al escuchar aquella pregunta seria de parte del peligris, dirigió su mirada que posaba sobre el cuello de JungKook hasta sus ojos cansados. Sorpresivamente, Jeon JungKook había pasado de verse tan hermoso y dulce, a notarse sombrío y agotado.

—Supongo que sabes la respuesta a eso —murmura, tragando saliva mientras desvía su mirada hacia el fondo del local—. Dejé de creer en él hace mucho tiempo

—Ese ha sido tu problema, ¿sabes? —espeta JungKook, cruzando sus brazos sobre su pecho—. Es lo único que no has admitido que haces mal 

—¿Y cuál ha sido ese problema? —cuestiona confundido

—Siempre te has mentido a ti mismo  

—¿Mentirme? —ríe TaeHyung con burla—. Dejé de mentirme cuando supe lo que era el mundo real

—No me refiero a eso, tú dejaste de creer en lo imposible porque la vida te lo hizo ver así; pero no te mientas Kim, hay cosas que sigues creyendo

Mitos y leyendas.  [ TaeKook ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora