Mitos y leyendas. [ TaeKook ]

• Capítulo 11.

Si una persona tiene en sus manos algo que le hace sentir constantemente agobiado, lo más sensato sería deshacerse de aquello. 

Sin embargo, TaeHyung no podía deshacerse de aquel libro que ahora cargaba en su mochila camino a la universidad; o más bien dicho, de la terrible idea de usarlo para un fin meramente egoísta. Jung Hoseok le había pedido acompañarlo a clases, sin embargo, TaeHyung se negó; no quería revelarle lo que pensaba hacer, y mucho menos al saber que Hoseok no le creiría si no había visto nada en aquel libro.

—Es una muy mala idea... —susurra TaeHyung para sí mismo, mirando el piso del pasillo cerca de su edificio—. No puedo, no lo haré...

—TaeHyung

Su cuerpo se congela instantáneamente cuando detrás de él escucha una voz que se siente como un tormento. TaeHyung levanta la cabeza y gira un poco lento al sentir un suave toque en su hombro. Gira, y su corazón comienza a latir rápido cuando observa frente a él, el rostro preocupado de Yoon JungKook.

—Jeon, ah... hola —saluda TaeHyung, fingiendo una sonrisa

—Ayer fui a tu departamento, pero no te encontré —murmura el chico con sincera angustia—. ¿Estás bien?

—Sí, estoy bien, lo siento JungKook, debo irme ahora...

—¡Ahí estás Yoon!

La voz de una chica los interrumpe, y TaeHyung sabe lo que sigue cuando observa la enorme sonrisa en el rostro de JungKook para luego girar y encontrarse con DaHye. Los ve abrazarse antes de desviar la mirada al notar que están a punto de besarse frente a él. Y eso quema, le quema de dolor en el alma.

—TaeHyung, deberíamos... ¿TaeHyung?

JungKook observa en todas direcciones cuando decide volver su vista a su mejor amigo, pero ya no estaba, se había esfumado sin rastro alguno. 

Y es que Kim TaeHyung no supo en qué momento había comenzado a correr por el pasillo lejos de aquellas dos personas que ahora mismo detestaba en gran parte. Corrió hasta llegar al baño de su edificio, y se encerró allí al comprobar que no habría nadie allí dentro; no soportaba esa realidad suya.

TaeHyung deja su mochila en el lavamanos y se mira en el espejo, siente rabia y dolor, pero no era solamente la idea de saber que aquel hermoso chico JungKook no se enamoraría de él; ¿quién realmente se fijaría en un chico solitario, extravagante y gay?

Se había resignado desde aquel entonces, siendo todavía un niño, a que no lograría encontrar el amor; pero no estaba mal que su sueño fuera enamorarse, ¿o sí? No importaba, nunca había estado lo suficientemente cerca de alguien para sentir que habría una pequeña esperanza de ser amado. Hasta que conoció a Yoon JungKook, y sí, quizás su error había sido convencerse de que ese chico podría fijarse en él.

Y ahora, al pensar en confesar sus sentimientos por la desesperación, el miedo lo invadía al imaginar que lo único en el rostro de JungKook sería disgusto y repulsión.

¿Sería capaz incluso de decirle a todo el mundo?

No, definitivamente no, todas esas miradas sobre él, no eran una buena idea.

—¿También los viste?

El cuerpo de Kim TaeHyung salta del susto al escuchar una voz seria detrás de él, pero el alivio lo inunda cuando nota a Lee JaeSo salir de uno de los cubículos del baño. No era tan desconocido para él ahora, y después de todos esos meses, había aceptado que aquel chico de ojos claros y cabello casi rubio era muy agradable.

—Maldición... creí que estaba solo aquí —murmura TaeHyung, intentando bromear con el momento

—¿También los viste? —vuelve a cuestionar el chico con seriedad—. Yoon, y DaHye