Capítulo 1. Sin arrepentimientos
Liam
—Si nena, sigue así.
¿Ves a ese galán? Ese soy yo, Liam asombroso Carter.
El inconfundible, sensual, increíble, perfecto, galán de todos los galanes, gracioso, estupendo, más hermoso que Leonardo DiCaprio de joven, puf, olvida eso, soy más guapo que Brad Pitt cuando estaba de moda; más inteligente, amable y para nada soberbio Liam Carter.
Diría que tengo una personalidad retraída, pero mentiría con descaro y eso no es por lo que me conocen, claro que no.
La chica que encontré en el patio, que me invitó gentilmente a su habitación en el edificio del campus y que optó por bajar mis pantalones antes de entablar una conversación —de lo que no me quejo—, está terminando de ocuparse de mi entrepierna mientras miro por la ventana de su habitación hacia las áreas verdes.
No me mal entiendan, no es que no lo esté disfrutando, porque lo hago, es que ella no sabe exactamente lo que quiero.
Quizás esté muy entusiasmada porque me ha mordido dos veces y tuve que evitar halar su cabello para que no me trate como a chicle.
Y es que, la mejor recomendación que podría hacer es que si no saben cómo hacerlo, pregunten.
Lo digo de corazón, ¿qué una chica te diga cómo quiere que se encarguen de tu amiguito? Es un punto extra y aún más si tú la guías en el camino hacia la gloria personal.
La vergüenza no está en mi sistema y no crean que no he querido decirle cómo quiero que lo haga, porque —noticia de última hora— a todos les gustan diferentes cosas.
Mientras a unos le gustan que sean rápidas con su —ajam— trabajo, a otros nos gusta lento y cuidadoso, que nos lleven a la gloria con calma, ansiando cada segundo por ello.
—¿Te gusta Liam? —pregunta con voz trabajosa la rubia, que me mira desde el piso.
Sonrío.
—Sigue nena.
Y otra cosa más, no la trato por su nombre porque estoy confundido si era Dana o Diana, y prefiero evitar malentendidos y le digo con mi apodo preferido: nena.
Eso parece que les gusta a las chicas, como si las hiciera sentir sensuales y queridas al mismo tiempo.
A mí me funciona cuando no quiero relacionarme ni darme el tiempo suficiente como para aprenderme el nombre de alguien que no voy a ver o volver a ver. Porque no me gusta comer el mismo sabor de helado dos veces.
Y tú dirás, ¿pero y el chocolate? Todos aman el chocolate como para comerlo más de dos veces, solo que yo tengo otra forma de pensarlo.
Cuando estás en la tienda, listo para pedir tu sabor de helado, lo que uno debe hacer es probarlos todos, así sabrás los que son mejores y cuáles debes evitar a toda costa.
Eso pienso de esto, ¿por qué deberíamos conformarnos con un solo sabor toda la vida, cuándo tenemos a nuestro alcance cientos de sabores diferentes?
Y creo que mi mayor problema es que aún no entiendo el tan preciado y sabroso sabor del chocolate.
Aún nadie me ha hecho desearlo como para repetirlo dos veces o más.
Volviendo al tema principal, la rubia arrodillada que sigue moviendo la cabeza y dándome miradas cada cierto tiempo, pensando que estoy a punto de explotar, solo que no estoy ni a la mitad y lo detesto.
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Sueños de color púrpura ✔
Teen FictionSegundo libro de la serie "El color perfecto" ❤️ Sinopsis Lana Watson está teniendo la peor mala racha de su vida. Se quedó sin lugar donde vivir, no tiene dinero y tiene un crush con el playboy del campus que no la mira ni dos veces. Esto solo pue...