18. La maravillosa verdad

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Capítulo 18. La maravillosa verdad

Lana

El perfume de Liam es demasiado perfecto, no sé cómo es eso posible. 

Los perfumes o son masculinos o son femeninos, excepto por algunos que son unisex que —para mí— siempre huelen más a hombre que mujer. 

Pero, lo que quiero decir, es que Liam huele muy bien y muy masculino.

Tiene unas ligeras ojeras oscuras y se masajea el cuello cada cierto tiempo. 

Parece que no ha dormido bien o que estuvo mucho tiempo de fiesta, por la ropa que lleva debo intuir lo último. 

—Tus ojitos cafés me dicen que quieres rememorar lo que tuvimos el otro día.

Desvío la mirada hacia la radio y bajo un poco el volumen, que aunque no está alto, me incomoda. 

Quiero oírlo con claridad. 

—¿Por qué estás cansado? ¿Estuvo tu reunión bien? ¿Cómo están tus padres? —digo mirando mi cabello y algunos pedazos de pastel que se han quedado rezagados.

Su boca se eleva. 

—Tuve un viaje largo y mis padres están bien. La reunión me sirvió para reforzar mi futuro, uno que se está acercando y que estoy ansioso porque llegue. Gracias por preguntar Lanita. 

—Es que pareces cansado y sería bueno que duermas un poco. 

La mano que tiene en la palanca de cambio se mueve y la deja sobre mi rodilla. 

Le da un ligero apretón y voltea a verme con una sonrisa suave. 

—Lanita, hoy vamos a festejar tu cumpleaños. Dormiré después, eso puede esperar. 

Rozo su mano y la aprieto con mi mano. Él entrelaza nuestros dedos, y puedo ver con lentitud todo el camino que lleva hasta que me besa en los nudillos. 

Pero me suelta enseguida y vuelve a colocar la mano en la palanca. 

Y mi corazón vuelve a latir, solo que esta vez va muy rápido. 

La música me transmite tanta paz que descanso la cabeza contra el asiento y cierro los ojos. 

—Me encantan tus canciones. 

—Es porque tengo un buen estilo. 

Sonrío de forma exagerada, pero no lo niego. No puedo creer que ahora solo escucho música antigua y que no me aburra de eso. 

Tal vez no la apreciaba de la forma que lo hago ahora. 

—Deberías crear una lista de tus canciones para poder escucharlas aquí. —Abro los ojos para encontrar sus ojos azules que tienen unas manchas negras casi al llegar a la pupila—. Quiero escuchar tus canciones. 

Con la mano libre, mientras sigue conduciendo, me pasa su celular y entro en Spotify —que tiene la cuenta premium— y empiezo a buscar mis canciones y ponerlas en una lista que lleva mi nombre.

¿Por qué me siento como si estuviera escribiendo una carta de amor mientras sigo agregando las canciones en la lista? 

Él solo tiene una que está en me gusta. Hay más de 800 canciones y estoy segura que va en aumento cada cierto tiempo. 

—Esto se siente muy íntimo —digo con diversión mientras sigo agregando todas las canciones que encuentro. 

—¿Qué cosa? 

—Esto. —Muevo el teléfono—. Es como si fuéramos pareja. 

—Pero no lo somos, así que no es íntimo. Es amigable, no quiero que te sientas a un lado por mis canciones. Yo también quiero conocer tus gustos. ¿Qué sabor de helado te gusta? 

Sueños de color púrpura ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora