26. Llámame cuando te sientas mal

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Capítulo 26. Llámame cuando te sientas mal

Lana

Liam Carter es millonario. 

Lo sabía, por supuesto que sabía ese detalle de él, es fácil saberlo cuando ves el auto que conduce, la ropa que usa y la forma siempre elegante de caminar y hablar. 

Pero no pensé que lo sería a este nivel.

No tanto.

Nunca un hijo millonario de padres millonarios que tienen sirvientes y cosas más caras de lo que jamás vieron mis ojos. 

Imaginé que tendría dinero, pero no tanto dinero. No, nada de esto.

Y me siento intimidada. 

Mi ropa nueva no luce como nueva. Mis uñas arregladas parecían mal hechas cuando vi las de la mamá de Liam. 

Y estoy empezando a sudar en las axilas cuando bajamos las escaleras para ver a sus padres. 

Ya pasé por esta etapa en la que era juzgada por mi forma de vestir. No quiero volver a repetirlo con los padres de Liam, sé el aprecio que tiene por ellos. 

Paso las manos por la ropa para limpiar el sudor de las palmas. 

Nunca me advirtieron que el dinero te puede intimidar. Nunca me sentí así al lado de Liam. 

Rezo en mi mente para que Liam haya obtenido esa mentalidad de no juzgar de ellos. 

Quizás era porque él nunca aparentó ser todo lo que es o porque nunca lo vi en este ambiente lleno de lujos. 

¡Por favor! 

Si come palomitas con gaseosa como desayuno.

Y es que él es mucho más de lo que pensé. 

La música suave de piano envuelve el espacio de forma atrayente y armoniosa. 

Liam tiene una mano en mi espalda baja que me guía hacia donde proviene el sonido. 

No es como si fuera a correr. 

Escondo las manos en mi espalda cuando los padres de Liam se levantan para recibirnos, como si no nos hubieras visto hace unos minutos. 

Sujeto el brazo de Liam para que no se vaya lejos y eso no pasa desapercibido al padre de Liam.

Lo suelto mordiendo la mejilla interna de mi boca. Ahora pensará que soy una rarita que tiene miedo a tomar el té. 

—Siéntense por favor. —La mamá de Liam señala hacia el sillón doble, de estilo antiguo, que está frente a ellos. 

Al menos no voy a estar sola. 

Liam se sienta conmigo y coge uno de los bocaditos de chocolate que están en la mesa pequeña, en la mitad de los cuatro. 

Mi estómago gruñe queriendo probar todo lo que está sobre la mesa, pero mi decencia me dice que es mejor morir de hambre que dejar migajas de comida en la ropa. 

—Sírvete querida. —El padre de Liam señala a la taza de té que tiene diseños de flores en dorado. 

Lo sujeto entre los dedos, junto al plato diminuto que está debajo. Parece de juguete, pero estoy segura que es más caro que cualquier juguete. 

—Gracias. —Doy un sorbo y me quemo en el proceso. 

Me trago una maldición y dejo la taza en el mismo lugar, esperando que se enfríe por arte de magia. 

Sueños de color púrpura ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora