21. Descubriendo un nuevo significado

20.1K 1.2K 921
                                    

Capítulo 21. Descubriendo un nuevo significado

Liam

¿Quién hubiese imaginado que ver a Lanita probándose pares de medias, unas más raras que otras, me hubiese hecho disfrutar de una noche donde usualmente suelo salir a conseguir una cita de una noche? 

No puedo creer lo que digo. 

Aún estoy en proceso de aceptación. 

Lanita está en el quinto par de medias y estas llegan hasta la mitad de su muslo. 

Debo dejar en claro que ella solo está usando una camiseta corta y yo estoy muy complacido con que haya optado por eso. 

Fue mi idea de que se quedará solo en camiseta, no podría ver bien las medias. 

Logré convencerla.

Porque aún sigo caliente. 

La ayuda que le pedí se extendió por más de dos horas porque Otoño quería ver una película con nosotros. 

Ahora odio el Otoño.

Y apenas entramos en la habitación le dije que se probará las medias. Amo sus medias de colores y formas raras. 

Pero las que está usando ahora me están haciendo alucinar.

Son llanas, acolchadas, de color celeste. Y me encanta que le llegue hasta la mitad de la pierna. Es hermosamente sensual.

—Gira —la voz me sale pastosa y me aclaro la garganta.

Lanita se gira sobre sí misma sonriendo. 

Alucinación. 

Sueño.

Paraíso.

Tres palabras que describen lo que veo. 

—Quítate la camiseta —susurro, sentado en una esquina de la cama. 

Mis brazos están apoyados en las rodillas, mirando fijamente cómo se queda quieta, en silencio, mordiendo su labio mientras sujeta la parte baja de la camiseta y se la retira. 

—¿Qué más quieres que haga?

Su voz suena como miel en mis oídos, como una jalea adicta.

Luce sedosa su piel blanca, y sé que se siente de esa forma. Quiero tocarla por todas partes, pero formo puños mis manos y resisto.

—Ven a mí —pido.

Ella traga saliva y camina con suavidad, midiendo la tensión entre nosotros. 

Lleva las medias, su tanga y el brasier que son de diferentes colores entre sí, pero, cielo santo de lo más grande, se ve perfecta.

—Date la vuelta. 

Hace lo que le pido. 

Me pongo de pie, detrás de ella. Retiro su cabello a un lado, dejando su espalda libre. 

Toco la piel que rodea las tiras del brasier, ella suspira entrecortadamente. Suelto los seguros de la tela y arrastro la prenda hasta que cae frente a ella. 

El sonido suena como una bala. 

—Da un paso al frente —digo. 

Lo hace, aún de espaldas a mí. Paso las manos por su espalda, notando el contraste de nuestras pieles. Mis callos raspan su piel suave, pero no se queja, parece disfrutar esa fricción. 

Y me detengo en su cintura. 

Me pongo de rodillas, mi cabeza al nivel de sus nalgas. 

Moriré feliz. 

Sueños de color púrpura ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora