28. Mejor ya no me llames

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Capítulo 28. Mejor ya no me llames

Lana

No puedo dejar de moverme en la cama después de haber tomado un baño y eso es algo malo, porque siempre después de bañarme puedo descansar mejor.

Pero no hoy, no ahora.

No cuando lo único en lo que puedo pensar es en los comentarios que me lanzaron los amigos de Liam. 

Y es triste saber que son mujeres las que hablan mal de las mujeres. 

¿No se supone que deberíamos apoyarnos más que nunca? ¿Cuál es la necesidad de decir cosas hirientes a las espaldas de los demás? 

Aunque a mí me lo dijeron de frente y otras sin que se dieran cuenta. 

No debería importarme que eso me haga sentir mal. 

Que personas sin nada más que hacer en su vida, que no me conocen y no saben nada de mí me juzguen. 

Que me juzguen como si fueran algún amigo de toda mi vida, aunque ni ellos tienen derecho a juzgarme. 

Salgo de la cama, caminando descalza hacia el pasillo. El lugar está a oscuras y ya estoy cansada de estar dando vueltas en la cama sin tener sueño. 

Bajo las escaleras para ir hacia la cocina y comer algo porque el estómago me está haciendo batalla para que lo alimente. 

Voy de puntillas con temor de que haga despertar a alguien y voy despacio hasta llegar al final de las escaleras. 

Recuerdo haber visto armarios cuando entré con Liam a casa. 

Doy la vuelta viendo una luz que ilumina una pequeña parte de la casa y que alumbra la sección de la cocina. 

Voy directo hacia ese lugar para buscar algo sin que nadie se dé cuenta que estuve en la noche husmeando como alguna clase de ratón.

—¿Necesitas algo Lana? 

Doy la vuelta tan rápido que no veo el taburete de metal que está a mi lado y golpeo mi rodilla y el dedo gordo del pie. 

Suelto un aullido de dolor y me agacho para sobar la parte herida, pero en el proceso de bajar la cabeza me golpeo contra el filo de la isla de la cocina.

—Caramba, esto si que duele —gimo sin saber donde sobarme para quitarme un poco el dolor. 

—¿Estás bien? —La mano de la señora Carter me soba la espalda, pero ahí no es donde me duele. Solo que no se lo digo porque intenta hacerme sentir mejor y agradezco su gesto cariñoso—. Si que te golpeaste muy duro, no quería hacerte asustar.

—No se preocupe. —Me yergo un poco, dejando que el dolor mengue. 

Tambaleo hasta sentarme en el taburete que me ocasionó todo el dolor. 

La señora Carter me entrega un vaso de agua y le sonrío tomando un gran bocado. La boca vuelve a funcionar después de que me hidrato.

—Perdón, no quería parecer una intrusa en su casa…

—Oh, no cariño. Eres más que bienvenida a dar vueltas en la noche. —Ladea la boca, casi de forma similar a lo que hace Liam. 

Da la vuelta a la isla y abre un cajón sacando dos cucharas de metal que brillan mucho para simular ser viejas. 

Abre la puerta de la nevera que tiene un tamaño descomunal. Parece una puerta más en la pared. 

Saca dos tarros de helado y me entrega uno junto a la cuchara.

Sueños de color púrpura ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora