8. Amigos con derechos e izquierdos

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Capítulo 8. Amigos con derechos e izquierdos

Lana

Un toque en el hombro me hace saltar y dar un grito fuerte. 

Saco mis audífonos del celular y volteo para ver a Taylor que mira al piso. 

La comida está derramada en el piso y puedo adivinar lo que me iba a dar de comer. 

Hago una mueca. 

—Lo siento Taylor.

Sacude la cabeza sin dejar de ver los brócolis que están esparcidos por el piso de madera. 

—No importa. 

Me levanto y voy directo al baño cogiendo un montón de papel para limpiar el desastre que ocasione. 

Taylor me ayuda a limpiar en silencio, y empiezo a creer que está enojado conmigo. Me levanto y él me da una sonrisa tierna. 

—Te traeré más. 

—Eh. —Me toco el cabello mirando hacia la pared—. ¿Liam aún no llega? 

—No. De seguro debe estar teniendo… haciendo un trabajo. 

Entiendo lo que quiso decir sin haberlo dicho. 

¿Qué pensé? ¿Qué iba a volverse monje solo por estar durmiendo conmigo? 

Yo y mi ingenuidad. 

Taylor tose, una tos muy fingida y sale de la habitación con la excusa de traer más comida. 

Relajo los hombros y vuelvo a sentarme para terminar el primer trabajo de los cuatro que me faltan.  

Taylor me deja la sopa de vegetales a mi lado y le agradezco. Sale sin decir nada más y yo vuelvo a concentrarme en ganar dinero. 

El cuello me duele, lo muevo a los lados y cuando miro la hora en la pantalla de la iMac me percato que ya es cerca de las nueve de la noche y no me he levantado en toda la tarde. 

Ya no siento el trasero, y los dedos están helados de tanto haber escrito. 

Voy al baño tomando una toalla en el camino y cierro la puerta. 

La ducha parece sacada de un catálogo de lujo. Hay regaderas por todo el techo y en la pared. 

Lo enciendo y el agua me golpea en todos lados. Y se siente muy bien. Dejo que el agua moje mi cabello que casi me llega a la cintura. 

Hay botellas de shampoo y jabones en perfecto orden a un costado. Todos huelen a y hombre, ese olor masculino que es muy fácil de reconocer. 

Abro la tapa del shampoo de Liam y el aroma me hace cerrar los ojos. 

Huele exactamente a él. 

Ayer por la noche tuve que fingir que estaba dormida. Mi cerebro solo podía imaginar escenarios donde él y yo estábamos más juntos. 

Mucho más juntos. 

No sé en qué momento me quedé dormida. Pero sucedió un poco después de que su dedo se enrosque en el mío. Su piel canela caliente, tenía un contraste intenso sobre mi piel blanca. 

Dejo la botella de shampoo en su lugar y tomo mis cosas, bañandome con prisa. 

Estoy perdiendo el tiempo pensando en fantasías. 

Salgo de la ducha y abro uno de los cajones para guardar todo el contenido de mi estuche de maquillaje, pero me detengo, porque el primer cajón tiene cinco cajas de condones. 

Sueños de color púrpura ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora