33. Solo un traguito más

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Capítulo 33. Solo un traguito más

Liam

Lana Watson está desquiciada. 

En el buen sentido, si es que eso existe.

Después del pequeño malentendido con el dinero; nos invitó a tomar tragos. No me negué, porque pensé que seríamos sólo los dos.

Pero dos se convirtieron en tres. 

Sí, por Harold alias el mendigo.

Sus amigos regresaron al campus, Lanita no se sentía muy bien en celebrar su venta pero las palabras de Pancito cambiaron su pensamiento:

—Tú celebra tus logros, nosotros nos preocupamos por Acacia. 

Eso la convenció, y ahora estamos aquí.

Solo que ahora es una doble cita, porque Harold resulta que tiene pareja. Y lo sigo odiando por haber hecho sentir mal a Lanita.

—… te lo juro —contínua un Harold muy ebrio. Su novio me mira con una sonrisa leve de pena—, Lana tiene un gran talento, que no debe desperdiciar. Yo desperdicié mi talento y ahora me arrepiento.

—Amor, creo que ya es suficiente —le dice su novio sobre el sonido de la música. 

Harold voltea hacia su pareja y asienta la cabeza en su hombro. Ladeo la boca viéndolos y giro para buscar a Lanita, que está saltando de alegría hacia nosotros después de ir al baño. 

—¡Pedí otra ronda!

Harold grita y el novio de él sólo niega la cabeza, imaginando lo que se viene toda la noche. 

—¿Vas a tomar esta vez? —susurra Lanita, pasándome un vaso de vidrio.

—Conductor designado. 

Hace un puchero y no puedo evitar bajar la cabeza y besar sus labios. Ella abre la boca y me deja profundizar el beso. 

Sujeto la parte trasera de su cabeza, siento sus brazos rodear mi cuello y cómo su respiración empieza a ser trabajosa.

—¡Eh! ¡Qué vivan los novios! 

—Amor, tranquilo.

Lanita se separa sonriendo y ataca el vaso que supuestamente era mío. Hace una mueca de asco cuando lo termina y asienta el vaso contra la mesa de forma dura. 

La música cambia a una movida que no reconozco y Lanita suelta un grito tierno de alegría. Se da la vuelta y va hacia el tumulto de gente que se une en la pista. 

Elevo las manos al aire sin saber qué le pasa.

Bueno, si sé que le pasa. 

—¡Anda a bailar! —Mi cuerpo va hacia adelante por el golpe que me da en la espalda Harold. 

Le doy una mirada de advertencia pero él solo se ríe.

Voy hacia Lanita que salta y se mueve a todas partes como si un niño hubiese tomado demasiado café. 

Baja la intensidad del baile cuando me siente y sin darse la vuelta toma mis manos y las coloca sobre su estómago. 

—Parece que ganaste la lotería —grito en su oreja porque la música es demasiado fuerte. 

Me mira sobre el hombro con las mejillas sonrojadas, casi el mismo color que tenía cuando estuvimos en el baño. Apega su trasero a mi entrepierna con una sonrisa coqueta. 

Dejo un beso en la mejilla y ella empieza a bailar más deprisa, restregando todo su cuerpo contra mí. 

No me puedo quejar, se siente demasiado bien.

Sueños de color púrpura ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora