Capítulo 19. Tú sabes cómo me siento
Liam
Lanita no sirve para copiloto.
A las dos horas se quedó dormida.
Le estaba hablando, cuando no recibí una palabra de su parte, volteé a verla.
Y estaba dormida. ¡Dormida!
Su cabeza está contra la ventana, su cuello torcido hacia un lado y el cabello sobre su rostro.
Detengo el auto a un lado de la carretera y me saco la chaqueta que llevo, la doblo y la dejo bajo su cabeza para que no le duela cuando se despierte.
No hace ningún movimiento para despertarse. Ojalá tuviera esa facilidad para dormir donde sea.
Vuelvo a poner el auto en marcha y acelero escuchando una canción de Eminem que me sorprende que le guste. Me gusta que le guste.
Aunque no es mi estilo.
(...)
Mil horas después, Lanita se despierta y gruñe un poco tocando su cuello.
Lo mueve a los lados y me mira con una ligera hinchazón en sus ojos rasgados.
Bosteza y se frota los ojos.
—Ay, no. No debí hacer eso.
Una mancha oscura está sobre sus dedos y bajo sus ojos.
—Puedes decir que estabas pintando y te tocaste los ojos sin querer.
—Eso es más tonto que lo que acabo de hacer.
Se limpia con la parte interior de la capucha que usa. La ropa se traga su cuerpo delgado y bonito.
Me gusta, voy a comprarle uno con alguna frase graciosa. O con mi cara.
Buena idea.
—Estamos cerca —comenta.
Busca en la funda y saca dos latas de Pepsi. Abre una y la acerca a mi boca, coloca la mano libre bajo mi boca evitando que el líquido se riegue.
—¿Cómo hiciste todo esto? ¿Con quién hablaste? ¿Por qué nadie me dijo nada?
—Te levantaste preguntona.
Ella se ríe.
—Está en mi. No puedo evitarlo, es un mal que tengo desde siempre.
—No es malo. Es lindo, un tanto molesto, pero lindo.
Me saca la lengua y mi mano deja de tocar la palanca de cambios y va hacia su rodilla, apretándola.
La retiro enseguida cuando me doy cuenta de lo que hice.
—John dice que es uno de mis dones. Mis incesantes preguntas hacen que las personas me acepten o se alejen. Dice que solo las que me soportan se quedan.
—Merezco un premio, en ese caso.
Palmea mi hombro y gimo de dolor, fingiendo que me duele.
—¿Con quién fue? —repite.
—Con tu ma… —carraspeo—. Con Susie. Pancito tiene el número.
Lanita se hace la desentendida cuando casi la llamo de la forma incorrecta.
—Dona tiene una lista de contactos demasiado extensa. Ni siquiera recuerdo haberle dado mi número.
—Ella me da miedo.
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Sueños de color púrpura ✔
Teen FictionSegundo libro de la serie "El color perfecto" ❤️ Sinopsis Lana Watson está teniendo la peor mala racha de su vida. Se quedó sin lugar donde vivir, no tiene dinero y tiene un crush con el playboy del campus que no la mira ni dos veces. Esto solo pue...