14. Frank Sinatra ahora es mi himno

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Capítulo 14. Frank Sinatra ahora es mi himno

Lana

Estamos regresando a casa. 

Estoy teniendo un ataque cardíaco.

Aún sigo procesando la imagen de Liam frente al piano. Estuve a segundos de levantarme e ir a besarlo. Se veía demasiado guapo. 

La fantasía que no sabía que necesitaba en mi vida. 

Mis ojos solo van hacia sus dedos largos y delgados. Puedo imaginar lo bien que sabe manejar esos dedos sobre mi piel. Porque lo hizo muy bien hace unas horas. 

Y mi piel solo hormiguea porque suceda de nuevo y esta vez no nos pare nada. 

—Estás muy callada.

Giro la cabeza hacia Liam, en específico a sus manos. Subo la miraba justo para encontrar sus ojos azules intensos. Sus cejas oscuras provocan que sus ojos resalten. 

Me gustaría poder tocar ese lunar que tiene sobre el labio. Tocarlo con mi boca. 

—¿Mañana a qué hora te irás? 

—En la madrugada, como a las ocho.

Aprieto los labios para evitar sonreír. 

—Eso no es madrugada.

—Para mí lo es. 

Uno de sus dedos toquetea el volante con el mismo ritmo que tocó en el piano.

Nos volvemos a quedar en silencio. La música suena por lo bajo. La mano que tiene en la palanca de cambios va hacia el cierre de su chaqueta y lo baja un poco. 

Su piel morena se percibe desde mi asiento. Puedo ver la línea de la mitad de sus pectorales. 

Está haciendo demasiado calor aquí. 

Desvío la mirada, concentrándome en la calle. No hay muchas personas, los autos cerca del campus son pocos. La mayoría deben estar en bares o discotecas. 

Y yo estoy encerrada en este auto queriendo lanzarme sobre el otro asiento. 

Frena en el semáforo, aunque no hay nadie para que cruce por el paso peatonal, él espera. 

—Estaba pensando…

No aguanto más y no lo dejo terminar cuando mi boca impacta contra la suya. 

Escucho el sonido del freno de mano y pronto sus manos están intentando quitar el abrigo que llevo puesta. 

—Estaba pensando justo en esto —el gruñido que sale de sus labios me hace cosquillas en la mejilla. 

Me aparto un segundo y me retiro el abrigo dejando que caiga al piso. Su mano me toma del cuello y me hala hacia él. 

Mis labios se sienten calientes contra su aliento. Su lengua juega con la mía y siento como el calor se va formando en mi vientre. 

—Pensaba ir lento. 

Besa mi cuello. La luz verde del semáforo alumbra su rostro, pero él no tiene intenciones de moverse. 

—Si, si. Eso lo podemos dejar para después.

Suelta una risa ronca.

—Tu pides, yo cumplo.

Mi mano busca el cierre de su chaqueta y la bajo por completo, lo ayudo a sacarse y exploro con mis manos lo caliente de su piel y el impresionante abdomen que tiene. 

Sueños de color púrpura ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora