🥀CAPÍTULO TRES🥀

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¿Quién entendía a ese hombre?

Parecía desesperado por perderla de vista y ahora se ofrecía a llevarla a su apartamento, en un gesto de cortesía que, dicho fuera de paso, no le pegaba nada.

Candela estaba tremendamente abochornada y triste por el incidente que había tenido con él. Además, la manera en que le había hablado...la había hecho sentir como la mala del cuento.

Y ella reconocía su parte de culpa – jamás debió dejarse llevar por la curiosidad – pero es que en ningún momento había admitido su error.

¿Él sí podía follar con quien quisiera a la vista de todo el mundo, pero ella no podía cometer el simple error de pasar por allí en aquel momento?

Porque perfectamente podría haber ocurrido así.

Además, solo se detuvo a escuchar un momentito. Y es que no estaban siendo nada discretos.

Pero claro, era el hijo del jefe...y menudos humos tenía. Parecía un rey. 

Lo cierto era que no quería pasar más vergüenza delante de él, así que declinó la oferta – bueno, más bien la imposición – con la mayor delicadeza.

— No hace falta. No quiero molestarle más...

Él resopló con irritación.

Era evidente que no estaba acostumbrado a que lo contradijeran en nada.

— Si fuera una molestia no se lo estaría diciendo. Deme eso — se acercó para cargar con las maletas, levantándolas como si no pesaran nada y se encaminó hacia la salida —. ¿A qué espera para venir conmigo? — añadió, al ver que no se movía.

Resignada, obedeció.

No sin antes despedirse.

— Encantada de conocerles. Nos vemos mañana Suzy.

— Hasta mañana Candelita, ya...ya hablaremos — soltó, en una clara indirecta para que le contara el chisme.

Ella asintió con una sonrisa.

— Pero ¿a qué viene tanta prisa? Apenas he podido presentarme — protestó Max, con una mueca de desilusión en el apuesto rostro.

Elliot solo se reía, a sabiendas de lo fastidiado que estaba su hermano.

— Mañana te presentas. Ahora tenemos que irnos — espetó, de malos modos.

— Joder, vale. Qué carácter amigo, relájate.

— Tal vez si no actuarais a mis espaldas podría hacerlo, ¿no crees, amigo?

El sarcasmo y la irritación eran más que notorios en su expresión. Candela no entendía nada.

— Escucha, luego te lo explicaremos. Pero ha habido una razón de peso — adujo, intentando rebajar los ánimos.

Günther miraba a su hermano con fijeza.

— Más os vale. Señorita Flores, ¿Por qué sigue ahí?

Parecía más enfadado que nunca.

Así que sin otra palabra echó a andar a toda prisa tras él. Por cada zancada suya ella tenía que dar el doble.

Cargó su equipaje en el maletero sin ceremonias y le hizo un ademán para que subiera al asiento del copiloto.

Se ajustó las gafas de sol y metió la primera. Ni siquiera la miraba.

Por una vez, Candela se dio cuenta de que lo mejor era tener la boca cerrada. No quería meter más la pata.

Sin embargo, antes de que el malhumorado alemán pudiera arrancar, la misma mujer de antes – ya perfectamente arreglada – lo detuvo con un golpe en la ventanilla y le hizo señas para que bajara.

SUYA POR CONTRATO ✔ COMPLETA ©️ {+18}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora