🥀CAPÍTULO NUEVE 🥀

7K 516 87
                                    


Esa simple e insidiosa pregunta cargada de malicia bastó para terminar de arruinar el humor ya de por sí agrio de Günther, que trató de negarse. Sin embargo, no tuvo tiempo.

Porque solo había una cosa peor que su abuela en modo entrometida y era que se le uniera su madre. Juntas eran un dúo fatal.

Al final, insistieron tanto para que invitara a cenar a Candela la noche siguiente – y hasta su padre se mostró de acuerdo, para consternación de Günther – que aunque Elliot trató de echarle un cable fue inútil y no le quedó más remedio que ceder y prometerles a todos que la traería.

Solo esperaba que Candela no se opusiera, porque de lo contrario estaría en aprietos. Su familia no era de las que se daban por vencidas y no aceptarían ninguna excusa. Tenía que asegurarse de convencerla para que asistiera y, como su hermano tuvo la amabilidad de recordarle, debía ser agradable con ella.

La simpatía no era precisamente uno de sus puntos fuertes, pero estaba dispuesto a poner de su parte al cien por cien. Podía ser cariñoso si se lo proponía.

O eso esperaba.

No tenía otra opción, de todos modos.

Y si era totalmente honesto, la compañía de Candela no le desagradaba. Algo inaudito hasta el momento.

Aquella noche había dormido apenas un par de horas escasas y se levantó al alba. Salió a correr para despejarse y se tomó más tiempo del habitual en la ducha, pues necesitaba con urgencia relajarse.

Lo consiguió solo en parte, pero al menos ya se sentía con mejor predisposición para enfrentar el día de locos que le esperaba.

Sin avisarla de antemano, resolvió presentarse en el apartamento de Candela para recogerla a las ocho en punto de la mañana. Tenía que ponerla al tanto de las novedades cuanto antes.

Al llegar a la puerta de su edificio se detuvo y sonrió, a su pesar, pues se estaba haciendo costumbre aquello de ir a buscarla y eso que Candela llevaba tan solo unos pocos días en la capital germana.

Se preguntó si estaría preparada. Conociéndola, probablemente no. Se habría distraído con esa telenovela que tan enganchada la tenía.

Günther tuvo que reprimir la risa al recordar la manera desenfadada y apasionada con que le había contado hasta el más ínfimo detalle de la trama, como si fueran grandes amigos tomando una cerveza en un pub.

Él no era un hombre que riera a menudo y si cualquier otra persona hubiese hecho eso, probablemente habría desconectado o le habría soltado algo desagradable, pero por alguna razón a ella había querido escucharla.

Candela sentía y vivía con una intensidad abrumadora a la que él no estaba acostumbrado. Y su personalidad lo intrigaba.

Llamó al telefonillo, dispuesto a decirle que la esperaba allí abajo y que se diera prisa, pero no contó con que le abriera tras pedirle que subiera. Por supuesto, no le dio opción a réplica.

Suspiró.

Pequeña impulsiva...

Subió las escaleras ya familiares - su apartamento estaba en la primera planta y no tenía sentido coger el ascensor solo para eso – y estaba a punto de tocar al timbre cuando la puerta se abrió de par en par y una Candela a punto de entrar en pánico lo arrastró hasta el interior.

Günther refunfuñó.

— Se te está haciendo costumbre esto, por lo que parece.

Solo entonces ella reparó en que le había arrugado el traje y empezó a alisarlo, en medio de disculpas atolondradas.

SUYA POR CONTRATO ✔ COMPLETA ©️ {+18}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora