La rutina nunca había resultado tan anodina e insufrible como en aquella agónica semana que transcurrió después de aquella aciaga visita que agrió el humor de Günther, el cual todavía no se había suavizado demasiado, más que en contadas ocasiones.
Y aquello se notó especialmente en la empresa, pues repercutió en su trabajo y provocó que, tras la reprimenda de dimensiones épicas que se llevaron todos por un error en el informe de ventas, nadie levantara la cabeza de su puesto cuando lo veía pasar. Estaba a la que saltaba.
En casa, se las habían ingeniado para que Albert estuviera lo bastante distraído como para que apenas le quedara tiempo de trabajar. Y, aunque a regañadientes, se dejó hacer y siguió las indicaciones de Marcello.
Candela, que estaba absolutamente maravillada con la biblioteca de la mansión e iba siempre que podía, había tenido un buen día la iniciativa de leerle un poco por las tardes mientras estaba en cama reposando y el hombre se encontró a sí mismo absorto ante la magnífica voz de la joven, que conseguía inculcarle un interés por la literatura que hacía tiempo creía dormido.
Incluso Günther se quedaba ensimismado escuchándola y era uno de los pocos momentos del día en que se permitía relajarse, pues entre tantas reuniones, documentos por revisar y proyectos que sacar adelante, prácticamente no les quedaba tiempo para pasar juntos que no fueran esos escasos momentos robados y su habitual maratón seriéfilo, que era casi una suerte de ritual.
Y, para más inri, los preparativos de la fiesta de compromiso se sumaban a la lista de asuntos pendientes. Y es que solo faltaban dos días.
Candela apenas si podíaconciliar el sueño debido a los nervios. Pero también la invadía la emoción. Había estado segura de pocas cosas en su vida; que quería ser la esposa de Günther era una de ellas.
Y era plenamente correspondida porque, por muy pesado que hubiera sido su día y aunque tuviera el humor agrio, siempre tenía algún gesto con ella. A su manera, pero lo tenía.
Quienes parecían estar igual de entusiasmados con la fiesta eran Elliot y sus amigos. Max era el que más revolucionado se mostraba –pues decía que tenía ganas de una buena juerga y de ver a su amigo comprometiéndose por fin porque, palabras textuales, ya pensaba que se iba a morir sin que llegara el día– e incluso apareció el lunes en la oficina con un confeti y lo esparció sobre ellos al grito de "¡vivan los novios!
Hasta Günther estalló en carcajadas con aquella ocurrencia. Su amigo era un caso serio. Pero así lo quería.
Elliot se unió a sus cánticos, más que dispuesto a armar un poco de jaleo. Y fue allí mismo donde anunció que estaba saliendo con Suzy, besándola delante de todos sin importarle nada. Ella, aunque estaba del color de la grana, se dejó hacer. A fin de cuentas, si alguien iba por ahí ventilando sus intimidades era cuestión de tiempo que se enteraran y estaban hartos de seguir escondiéndose.
Más tarde, cuando fueron a tomar un café juntas y aprovecharon para ponerse al día, Candela le transmitió a su amiga lo orgullosa que estaba porque hubieran dado el paso tan importante de hacerlo público y de paso le preguntó cómo estaba tras ver esas malditas fotos.
Elliot había ido a buscarla a su casa personalmente para contárselo todo. Y aunque al principio -como era natural- ella entró en pánico y se asustó tanto que temió que rompiera toda relación con él para siempre y no volviera a mirarlo a la cara.
Afortunadamente, no fue así. Ella se mostró más entera de lo que esperaba y sugirió tomar precauciones para que no volviera a ocurrir, pero no dejar de verse.
De modo que se habían acabado los encuentros fuera del trabajo, al menos hasta que las aguas se calmaran.
Y si de algo estaban seguros era de que no importaban los obstáculos que se presentaran: su amor podría con todos.
ESTÁS LEYENDO
SUYA POR CONTRATO ✔ COMPLETA ©️ {+18}
RomanceDejar atrás toda tu vida nunca es fácil, eso Candela lo sabe bien. A sus veintisiete años mudarse a Alemania por motivos de trabajo no debería suponerle un acontecimiento tan incierto y aterrador. Sobre todo porque es consciente de que mucha gente m...