Günther estaba cada vez más y más callado y taciturno a medida que se iban acercando a su destino. Y eso solo acrecentó el nerviosismo de Candela, que a aquellas alturas estaba considerando seriamente la posibilidad de lanzarse del coche en marcha para salir huyendo.
Pero, por supuesto, aquello no era una opción. Ya había firmado ese contrato, así que si no era esa noche sería cualquier otra. Y cuanto antes pasara por ese trance, mejor.
Sin embargo, no podía soportar más ese silencio tenso y asfixiante que imperaba entre ambos como una barrera. Así que, como le ocurría siempre que los nervios la sobrepasaban, empezó a disparar una pregunta tras otra.
— ¿Debo ser espontánea o tratar de hablar poco y asentir a todo? ¿Qué pasa si me quedo en blanco y me pillan en una mentira? O lo que es peor ¿Y si no les caigo bien?
Por fin, después de lo que le había parecido una eternidad, Günther giró la cabeza para mirarla. Tenía una expresión entre atónita, fastidiada y divertida en el apuesto rostro.
— Por el amor de Dios, te va a dar algo. Relájate, mujer. No son peores que yo y parece que has aprendido a lidiar conmigo bastante bien — aseguró, curvando los labios hacia arriba en un gesto que no supo cómo interpretar —. Tú solo contesta a lo más imprescindible y deja que hable yo, que no te afecte lo que puedan pensar de ti. Aunque estoy seguro de que les gustarás, incluso a mi abuela — dijo aquello como si fuera el mayor logro que la historia de la humanidad jamás hubiera visto y fue justo eso lo que la hizo reír, a pesar de que estaba aterrorizada.
— De acuerdo, puedo hacerlo. Aunque sigo pensando que esto es una locura. ¿Qué pasará si se dan cuenta de que todo es una farsa?
Ella lo sabía: la despedirían y la mandarían de regreso a España de una patada en el trasero y entonces a ver cómo demonios se lo explicaba a su familia.
Si sus padres supieran lo que estaba haciendo, dirían que ellos no la habían educado para que mintiera y se hiciera pasar por alguien que no era. Seguramente estarían muy decepcionados y de inmediato un dolor agudo se expandió por su pecho.
Su hermano tampoco la apoyaría en aquella ocasión, aunque siempre habían sido cómplices.
Tragó, luchando por desterrar esos pensamientos intrusivos de su mente.
Hacía aquello por su futuro, por tener un trabajo digno y alcanzar sus admiraciones, para demostrarse que ella podía.
Y ese sería su impulso.
No pensaba permitir que la pisotearan. Así que si había que mentir, ella se convertiría en la mejor mentirosa.
Lo demás quedaba en manos del destino.
...
Candela tenía que confesar que había imaginado la propiedad de los Von Ziegler de infinitas maneras, pero que ninguna de todas ellas – ni la más ostentosa – le hacía justicia a la realidad.
Era inmensa; de estilo sobrio y victoriano, constaba de dos plantas, un enorme jardín con piscina de obra y hasta una pista de tenis y un campo de golf privado. ¡Aquello era una pasada!
No pudo evitar quedarse ensimismada admirándolo todo. Günther permaneció a su lado, imperturbable. Para él ya no era nada nuevo, al haberse criado allí debía de estar acostumbrado al lujo. Pero aun así...ella se preguntó si se sentiría tan bien como parecía en su imaginación. Podría haber sido un lugar muy solitario para dos niños si sus padres se pasaban la mayor parte del tiempo trabajando.
Sin embargo, no se atrevió a preguntarle directamente, pues era algo muy personal y en su lugar decidió pedirle permiso para enviarle una foto a Abril. Se la había estado pidiendo desde que supo que iría y ella había estado evitándola, pero ahora no podía dejar pasar el momento.
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SUYA POR CONTRATO ✔ COMPLETA ©️ {+18}
RomanceDejar atrás toda tu vida nunca es fácil, eso Candela lo sabe bien. A sus veintisiete años mudarse a Alemania por motivos de trabajo no debería suponerle un acontecimiento tan incierto y aterrador. Sobre todo porque es consciente de que mucha gente m...