🥀CAPÍTULO TRECE 🥀

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Candela estaba hambrienta cuando llegaron a la mansión. Había sido un día interminable y se moría por tumbarse en la cama para relajarse.

Claro que cuando recordaba que a partir de aquella noche – Y Dios sabía por cuánto tiempo – no iba a dormir en su cama, sino en otra ajena en un techo que no era el suyo, y acompañada de Günther, le entraban los nervios.

Y eso le daba todavía más hambre.

— Buenas noches señor, señorita — saludó Roger, el mayordomo, con una exagerada inclinación de cabeza, nada más abrir la puerta.

— Buenas noches Roger, ¿está mi madre en casa? — inquirió Günther.

— Sí señor, está arriba con el señor Albert.

— Perfecto.

— ¿Ocurre algo? — preguntó Candela, algo preocupada por la seriedad de su gesto.

Günther se quitó el abrigo y le ayudó a ella a desprenderse del suyo. Después se los dio a Roger y solo cuando estuvieron a solas le contestó.

— Mi padre se ha estado sintiendo mal hoy y hemos llamado al médico, por eso he llegado tarde — explicó, midiendo muy bien sus palabras.

— Oh, lo siento. Espero que esté mejor — expresó ella, con sinceridad.

— Sí, también ha tomado rehabilitación —contestó él, despreocupándola —. Pero se ha ido a la cama temprano. Mi madre está con él, así que voy a subir a saludar —.Y luego, tras dedicarle un vistazo cauteloso, añadió —: Si quieres puedes acompañarme para que sepan que has llegado, Roger subirá las maletas.

— Claro, voy contigo — aceptó, contenta de que la hubiera incluido.

La verdad era que estaba siendo mucho más amable de lo que esperaba.

— Roger, sube las maletas de mi prometida a mi cuarto, por favor. Se instalará allí le indicó.

Y el hombre se puso manos a la obra, todo eficiencia.

— Enseguida, señor.

A su cuarto.

Iba a compartir habitación – y cama – con Günther Von Ziegler.

Si alguien se lo hubiera dicho hacía tan solo una semana antes, nunca lo habría creído posible. Pero así era.

Las vueltas que daba la vida...

Tenía que poner al día a Abril lo antes posible si no quería que le colapsara el móvil a base de mensajes y audios. Podía ser muy intensa cuando quería, pero porque era como su hermana.

La echaba tanto de menos...

Sin embargo, tenía otras prioridades. Como relajarse antes de sufrir un ataque cardíaco a causa de los nervios.

¿Tendría que ver a Günther desnudo?

En el contrato no ponía nada de eso, pero... ¿y si le daba por pasearse por el cuarto en bolas?

Estaba divagando otra vez.

— Es muy amable de tu parte haberte quedado en casa con tu padre hasta que se sintió mejor —comentó, subiendo las escaleras detrás de él.

Iba tan rápido que las cortas piernas de Candela estaban haciendo un tremendo esfuerzo por seguirle el ritmo. Y es que aquella mansión era enorme.

Se recordó a sí misma empezar a ponerse en forma, pero aquella vez en serio. Siempre había sido demasiado vaga para su propio bien.

SUYA POR CONTRATO ✔ COMPLETA ©️ {+18}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora