Las cosas se van a poner candentes por aquí señoras, os reto a comentar jajaja la última se queda con Günther ;)
En cuanto el chófer hubo estacionado el flamante coche en la puerta de la mansión Von Ziegler, Günther bajó; ansioso e impaciente.
Ante la atónita mirada del pobre hombre, ayudó a Candela a salir y antes de que ella pudiera mediar palabra la alzó en volandas y la cogió en peso para conducirla directamente al dormitorio.
—Vuelve a la fiesta, Reggie. Y tú, Roger, encárgate de que nadie nos moleste. Mi prometida y yo queremos intimidad — ordenó, sin detenerse siquiera a escuchar sus réplicas.
—Sí, señor, descuide.
Subió las escaleras con Candela aferrada a su cuello y una erección cada vez más creciente en los pantalones de traje.
La joven se rio, entre excitada y avergonzada.
—Oh Dios, Günther, ¿qué va a pensar todo el mundo de nosotros? Nos hemos ido sin apenas despedirnos.
—Que piensen lo que quieran, mujer, yo solo puedo pensar en una cosa y es en ti, desnuda sobre mi cama y gimiendo para mí — soltó, con un lenguaje cáustico al que no estaba acostumbrada y que le provocó un hormigueo de placer.
No tenía sentido engañarse, le encantaba cuando le hablaba de ese modo. Se dejó llevar cuando él la tumbó sobre su cama de matrimonio y se cernió sobre ella, imponente y sensual.
La boca se le secó, el corazón le galopaba en el pecho y el ansia la devoraba por dentro. Nunca había estado tan excitada antes por un hombre y eso que apenas la había tocado como quería. Pero eso iba a cambiar pronto. Su visión se nubló de deseo cuando él se desabrochó la camisa con agilidad y extendió las manos a ambos lados de su cabeza, enmarcando su rostro y pasándose la lengua por los labios al posar la vista en su clavícula y la curva ascendente de sus pechos.
Sus ojos eran brasas incandescentes cuando se inclinó hasta que sus rostros quedaron a un palmo escaso de distancia y con voz ronca y dominante, le susurró:
—Este vestido te queda increíble, ¿lo sabías? No sabes las veces que me he imaginado esta noche arrancándotelo y encajándome entre tus piernas para penetrarte hasta quedarme sin fuerzas.
Dejó escapar el aliento en una bocanada que iba a medio camino entre un jadeo y un suspiro. Se sentía de mantequilla, completamente hecha de sensaciones e instintos primarios. Lo necesitaba de un modo tan carnal que la abrumó. Apretó las piernas, sintiendo que estaba envuelta en llamas y anhelando que él prendiera la cerilla.
Como si adivinara el cariz que estaban tomando sus pensamientos, Günther la provocó.
—¿Te excita que te hable sucio, mm? ¿Estás imaginando cómo se sentiría que me corriera en tu boca? No tienes que hacerlo, esta noche cumpliré todas tus fantasías, señorita Flores.
—Dios, Günther — gimió, perdiendo la escasa razón que le restaba cuando la llamó así. Estaba al borde de un precipicio insondable y solo ansiaba saltar, a sabiendas de que no había punto de retorno.
—Pídemelo, cariño. O te prometo que no podré contenerme — advirtió. Sus pupilas estaban febriles por el deseo que lo dominaba. Era puro instinto.
—No quiero que lo hagas — le susurró, al oído, arrancándole un gruñido bajo y profundo que empapó su intimidad.
—Entonces abre las piernas para mí — ordenó, con un timbre tan autoritario y lujurioso que sintió que en cualquier momento podría estallar por el fervor que sentía en cada poro. Nunca el sexo se había sentido como algo tan placentero. Y supo que él era el hombre que tanto tiempo llevaba esperando.
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SUYA POR CONTRATO ✔ COMPLETA ©️ {+18}
RomanceDejar atrás toda tu vida nunca es fácil, eso Candela lo sabe bien. A sus veintisiete años mudarse a Alemania por motivos de trabajo no debería suponerle un acontecimiento tan incierto y aterrador. Sobre todo porque es consciente de que mucha gente m...