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Me pasé toda la noche ahí sentado, mirando a la nada, con la vaga esperanza de que apareciera.

Sabía que era inútil esperar, sabía que probablemente no quería volver a verme después de haber desaparecido por días sin dar ni una explicación.

¿Cuántas noches habría estado ella aquí, sola, esperando por mí? Justo así como estaba yo ahora.

Eso era justo lo que me merecía, y, aunque me doliera, no me podía quejar por ello.

La chica que amaba las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora