Las paredes estaban manchadas de sangre.
El suelo estaba manchado de sangre.
Los muebles estaban manchados de sangre.
Todo estaba manchado de sangre.
El olor inundó rápidamente mis fosas nasales y por un momento creí que iba a vomitar.
Al fondo de la sala de estar, divisé la figura de mi madre tirada en el suelo... y repleta de sangre.
—¿Qué has hecho, mamá?
—Yo... No he podido soportarlo más, hijo. Lo siento.
ESTÁS LEYENDO
La chica que amaba las estrellas
Short StoryDaría lo que fuera por escucharte decirlo una vez más que el universo fue creado solo para ser visto por mis ojos. © OBRA REGISTRADA