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—Nunca antes habías trasnochado tanto... Cuéntame, ¿qué está pasando por la vida de mi hijo y por qué yo me lo estoy perdiendo?

—Nada importante, ya sabes que me gusta pasar las noches en el mirador.

—Cariño, que yo también fui adolescente. Hay una muchachita, ¿verdad?

Rodé los ojos con fastidio, pero no podían engañarle a mi madre.

—Algo hay...

—¡Invítala a comer! —exclamó y salió de la cocina sin dejarme tiempo a rechazar la invitación, porque sabía a la perfección que eso era exactamente lo que iba a hacer.

La chica que amaba las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora