Eva Torris era el nuevo cotilleo en el pequeño pueblo de Forks, una latina de complexión pequeña llena de vida que iluminaba el triste y desolado pueblo, siempre se le veía con una sonrisa en su rostro, y observabas fácilmente cómo sus ojos brilla...
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La noche había caído y las risas de la pequeña familia se podían escuchar desde la gran puerta de roble que daban a la entrada de la casa, siendo interrumpidos por los toques en la puerta, la madre bajó a los niños de la encimera en la que estaban sentados por las dudas que se caigan y camino lentamente con una sonrisa en su cara hasta la puerta.
-Buenas tardes - La joven madre saludó mientras abría la puerta con una sonrisa, observando a un hombre en silla de ruedas con una cara arrugada y piel rojiza, su cabello era negro y tenia sus ojos de un color marrón oscuro. -¿En qué puedo ayudarte? - Pregunto la joven madre con una sonrisa mientras examinaba al hombre, el cual desprendía bondad y mucha sabiduría.
-Soy Billy Black, el vecino de la pequeña casa roja del frente. - Se presentó el hombre con una amable sonrisa mientras extendía su mano derecha esperando a que ella se presente.
-Oh, encantada de conocerlo señor Billy soy Eva, Eva Torris.- La emoción era palpable en el tono de la joven madre ella ignoró su mano extendida y lo saludo con un beso en la mejilla, como en su país se hacía, antes de que Billy pudiera hablar fue interrumpido por la joven madre. -¡Niños vengan a conocer a nuestro vecino! - El suave pero fuerte grito de la joven madre se escuchó por toda la casa y unos segundos después se escucharon risas y pisadas suaves, corriendo hacia la puerta. Dos pequeños niños morochos con sonrisa traviesa y de apenas 6 años se pararon frente al señor. - Niños él es nuestro vecino Billy Black, Billy ellos son Mia y Mateo mis pequeños hijos y mis mas grandes tesoros. - Presentó la joven madre con una gran sonrisa en la cara al observar a sus hijos.
Billy se sorprendió al ver a la joven muchacha, con dos pequeños hijos, y la felicidad se contagió al ver el amor y el orgullo que producía la joven madre al observar a sus hijos.
-Mucho gusto niños.- Dijo Billy palpando suavemente la cabeza de los niños. - Me preguntaba si quisieran ir a cenar ahora a mi casa, como cena de bienvenida. - Al ver la expresión de duda de la joven madre agregó. -Mi hijo de 15 años está durmiendo en casa, seremos solamente tú, tus niños, mi hijo y yo. -Termino de hablar con precaución.
-Está bien, pero yo cocino. -Dijo la madre con una sonrisa. - Espera voy abrigar a los niños y entrar a los animales, ¿quieres pasar?. - Sin dejar que el pobre Billy responda tomó las dos empuñaduras de la silla de ruedas y lo entró dejándolo al lado del sofá con los niños quienes estaban mirando Barney. - Enseguida vuelvo - Dijo mientras corría a la puerta trasera llamando a los animales.
Billy se quedó mirando atentamente el programa donde aparecía un dinosaurio gigante de color morado junto con niños los cuales cantaban y hablaban.
-Ya volví, niños vengan por favor. - La madre sacó los ojos de los pequeños de la tele y les puso la campera dándole a cada uno un beso en sus cabezas. -Vamos Billy - Dijo Eva mientras agarraba a un niño con cada brazo ayudándose con la cadera.
-¿Necesitas ayuda con los niños?.- Billy preguntó amablemente al ver que la madre necesitaba cerrar la puerta con llave y tenía sus brazos ocupados con sus hijos.
-No, gracias Billy lo tengo cubierto, son virtudes del oficio - Dijo en broma, mientras lograba cerrar con éxito la puerta dejando a un anonadado Billy siendo empujado suavemente en su sillas de ruedas, al ver que era la joven madre la cual lograba moverlo en su silla de ruedas, se empezó a mover solo para que la joven madre no lo ayudara, pues el no quería mas carga para la joven. -¿Estás listo para comer una de las mejores comidas que vas a probar hechas por mi?- Pregunto juguetonamente la joven madre justo antes de entrar a la pequeña casa roja.
Hola, bienvenidos a mi historia, soy realmente nuevo en esto, así que posiblemente tenga algún fallo, por lo que estoy abierta a las criticas constructivas, siempre y cuando sean respetuosas y no insulten a mi persona.
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