Estacionando pacientemente el auto en un supermercado " Hastick's"
-Vamos pequeños, ya llegamos.- Me dirijo a mis dos hijos con una voz suave.
-¿Compraremos chocholate? -Mateo preguntó mientras esperaba arriba de la acera pacientemente a que yo sacara a Mia del auto.
-Es chocolate amor, y si se portan bien puede que sí. -Le respondí cuando tomé en brazos a Mia y cerraba mi Mercedes Benz negro con alarma.
-¿Y cereales? - Pregunto Mia.
Mia y Mateo tenían una leve obsesión por el chocolate y los cereales, creo que se los herede en el embarazo, lo bueno de eso es que como madre responsable que soy les daba un poco en las tardes y en la madrugada mientras ellos dormían me comía gran parte del producto que se haya comprado y cuando ellos se comían lo que quedaba, me hacía la enojada, alegando que no me habían convidado y se habían terminado todo, claro que gracias a eso tenía a dos niños culpables comportándose correctamente por unos días para que los perdonara.
- Puede que si, solo si le hacen caso a mamá y se quedan dentro del carrito para no perderlos nuevamente. -Le respondí mientras colgaba mi bolso y agarraba la manito de Mateo.
Cuando Mia y Mateo tenían cinco años, habíamos viajado a Uruguay para visitar a mis padres, Juan Carlos (Uruguayo) y María José (Colombiana) así es, ser latina corría por mis venas. En fin antes de llegar a la casa de mis queridos padres decidí ir al supermercado, bajando con los niños, agarre un carrito de compras y puse a Mateo que era el más inquieto dentro de un asiento para niños que venía integrado con el mismo carro, mientras que a Mia la llevaba de la mano, en un momento me distraje tratando de alcanzar un pack de paquetes de papitas que estaba en el estante más alto, ocasionando que pierda de vista por un momento a Mia, desesperada me fui a la góndola de los cereales, mientras tanto mi madre me llamaba por teléfono, al ver la figura de una niña parecida a mi hija simplemente la cargue mientras atendía la llamada, pero mi niña empezó hablar y sin duda alguna no fueron buenas palabras, la mire y me sorprendí ya que me di cuenta que no era mi hija, sino que era una mujer con enanismo y muy furiosa, disculpándome la baje, luego encontré a mi hija al lado del carrito jugando con su hermano como si nada hubiera pasado. Cuestión que aprendí la moraleja, desde hoy siempre los pongo a los dos dentro del carrito y así será, a no ser que compre esas mochilas que vienen con cuerda para que no se puedan alejar mucho de mi, pero en fin ese día fue el más bochornoso, pues resultó ser la prima del vecino de mis padres llamado Alejandro, la chica a la cual confundí se llamaba Rosita y era la primera vez que viajaba a Uruguay, creo que le deje un mal sabor de boca respecto a cómo eran los habitantes de mi hermoso país.
Subiendo a los pequeños dentro del carrito empecé a caminar por las góndolas, mientras, imaginaba la lista en mi mente de las cosas que necesitaba y las que no, caminando mientras miraba unos estantes de instrumentos de cocina choque con alguien, ocasionando que saque los ojos de un sartén en el cual te decían que no se pegaba lo que cocinabas, sinceramente esos sartenes eran la gloria y me tenia que comprar uno en cuanto pudiera.
- Lo siento, estaba viendo esos super sartenes y no te vi - Me disculpo con un adolescente de cabello cobrizo y ojos dorados, definitivamente se parecía a los típicos adolescentes de Netflix que pasaban de niños adorables a BOM adolescentes todos buenorros, sin acné, sin voz de pito, sin cabello grasoso, sin nada parecido al infierno adolescente.
-Oh no pasa nada, discúlpeme usted a mi. -El adolescente dice con una sonrisa divertida, ¿de que se divierte? no sé, pero bueno que viva la paz y la alegría. El adolescente larga una fuerte carcajada logrando contagiarme, que te puedo decir soy de humor ligero, mientras ganábamos la atención no deseada de un par de chismosos, pues hablando entre nos, mi risa no era ni una pizca delicada, en realidad se asemejaba con una foca que tenía asma y un poco de flema atravesada en su garganta.
Luego de unos minutos en los que las risas cesaron un poco tome la iniciativa de presentarme con el adolescente.
- Soy Evangelina, pero puedes llamarme Eva, ellos son mis hijos Mia y Mateo. -Me presento y presento a mis hijos.
-Soy Edward Cullen, un gusto Eva- El adolescente buenorro digo Edward se presento mientras me tendía la mano pero ignorando su mano lo salude con un beso el la mejilla, sorprendiéndome el frio que tenia en su cara.
- Por hércules niño, abrígate más, estás frío como templo de hielo mijo.- Exclamé; Sí chicos, la madre luchona salió a flote.
- Estoy bien señorita, no se preocupe. -El adolescente dijo mientras una expresión confusa se expandía por su rostro.
-Okey, me tengo que ir, así que cuídate y abrígate antes de que te cruce y te envuelva en puras mantas.- Le dije con una sonrisa mientras le palmeaba un cachete, y seguía con mi camino.
Tras terminar las compras, colocó las bolsas en un carrito mientras subo en los asientos a los niños, una vez colocados correctamente cierro las puertas y abro el baúl para colocar todas las compras.
- Bien niños, ¿Listos para el nuevo Karaoke?. -Le pregunto a los pequeños mientras subo y prendo el auto.
-¡¡SI!!, ¡¡SI!!. - Los niños gritaron.
Poniendo "Limón y sal" a un volumen elevado, pero no tanto para no escuchar el exterior, comenzamos el viaje nuevamente a casa. Una persona cruza sin mirar ocasionando que frene de golpe ocasionando que golpee a la persona accidentalmente con el auto. Con mi corazón latiendo a mil por hora, examino atentamente a mis hijos en busca de alguna herida y al no encontrar nada me encamino al cuerpo que está tirado en el suelo.
-¿Estás bien?, Dios mío, eres un imbécil ¿Cómo vas a cruzar sin mirar a los lados? - Le grito con los nervios a flor de piel, mientras empiezo a derivar en español, y trato de levantar al hombre el cual está gruñendo, tanto que parece un perro.
-Tu eres la tonta que no paro. -El joven hombre se para mirándome con furia en sus ojos y temblor en el cuerpo, la furia desaparece rápidamente mientras mira mis ojos fijamente junto con el temblor. Con preocupación de que se haya golpeado la cabeza lo voy a tocar pero de repente cae de rodillas, preocupándome aún más le tomo del brazo e intento que se levante para llevarlo a mi auto.
-Por favor levántate, soy Evangelina pero puedes decirme Eva, te llevaré al hospital ¿Si? .- Le hablo desesperadamente, tratando de sacarlo del trance en el que estaba.
-Oh, lo siento, soy Jackson Black, descuida estoy bien, no me pasó nada.- Él comenta, mientras se para correctamente.
- Un gusto, aunque no en las mejores condiciones, mira el flash por favor. - Le pedí mientras alumbraba sus ojos para ver si se dilataban. - Okey parece que está todo normal, pero como no tengo los suministros necesarios iremos al hospital, adelante. - Le dije mientras abría la puerta del pasajero.
-De verdad estoy bien, no es necesario. -Jackson trata de convencerme.
- Sube al auto Jackson, vamos a ver si te hiciste daño.- Le ordenó.
-¿Mami?, ¿Quién es el señor?. - La voz de Mia no se hizo esperar.
- Un conocido, amor, lo llevaremos al hospital ¿si?. -Le respondí a mis hijos con una sonrisa.
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Holaa, ¿Qué tal? era solo para decirles que agradecería profundamente si votaran o comentaran pues esto me impulsa a escribir y tratar de mejorar por ustedes.
Saludo cordiales, Indoma.
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Diamante
RomanceEva Torris era el nuevo cotilleo en el pequeño pueblo de Forks, una latina de complexión pequeña llena de vida que iluminaba el triste y desolado pueblo, siempre se le veía con una sonrisa en su rostro, y observabas fácilmente cómo sus ojos brilla...