Fueron solo tres días después que Bella, me llamó en la madrugada, pidiendo con urgencia mi presencia en la casa de los Cullen, los cuales después de que Bella fue a salvar a Edward volvieron al pequeño Forks. Todavia no habia visto a ninguno, pero sabía que estaban en el pueblo por los comentarios de la gente y de la manada.
Aquí estaba afuera envuelta en una gran colcha con bordes tejido por mi madre, bajo el pórtico esperando la forma lobuna de Jackson, quien estaba apunto de terminar su ronda o por lo menos eso creo.
Al cabo de media hora lo veo salir de los árboles con solo una bermuda, aun me daba cosa verlo tan desabrigado, pero por su gen lobuno no sentía el frío, aparte de ser físicamente caliente también lo era de sangre, Dios si tiene sus favoritos.
-Cariño, tengo que ir a la casa de los vampiritos.- Le digo apenas sube un escalón del porche.
-¿Por qué?- Pregunta con un gruñido, haciendo ver el desacuerdo.
No era ninguna novedad el odio que tenía la manada incluyendo a Jackson, por los chupasangre, no podía culparlos, crecieron escuchando las historias de los quileutes y los fríos, tampoco podía culpar sus naturalezas pues eran enemigos naturales.
-Porque Bella me pidió como favor que vaya, ¿Quieres ir conmigo?.-Le pregunto con una sonrisa inocente, en mi interior quería que me acompañara, más que nada porque los vampiritos me podrían chupar y dejar como una pasa de uva, fea y arrugada.
-Esta bien, ¿Los niños?.- Preguntó observando fijamente la casa en busca de algún signo vital que dieran con la presencia de nuestros pequeños.
- Están en la casa de Vane, me los pidió porque quería pasar tiempo con sus "diablillos".- Le informo, mientras hago comillas en la etopeya con la que describió a mis pequeños.
-¿Diablillos?, pero si ellos son unos ángeles.- Responde con el ceño fruncido mientras va a ponerse una camiseta.
-Si, bueno no tanto, pero si son nuestros angelitos.- Le contesto mientras veo fijamente como sus músculos se tensan para poner su camiseta.
Dios mío, él literalmente parecía un arcángel que descendió del cielo, su piel morena brillaba levemente bajo el foco de luz blanco por el poco sudor que tenía su piel, si estuviera en otra situación lo hubiese tirado contra el sofá y no lo dejaría dormir hasta pasada las ocho.
-Ay cariño, ¡Quién fuera zapatero para trabajar ese cuero, mi amor!.- Le grito mientras le doy una nalgada cuando pasa por delante de mí.
Todo queda en silencio luego del gran sonido que hizo mi mano en su bello glúteo, lentamente se gira hasta mirarme, y luego de microsegundos aguantando la risa los dos nos rendimos y reímos a carcajada limpia.
-Te amo, Eva.- Dice luego de parar de reírse, mientras se acerca y besa con cariño mis labios.-Por cierto, buenos días cariño.- Me vuelve hablar luego de besarnos un par de veces más.
-Quien fuera bombero para agarrarte esa manguera, bombón.-
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El sonido de un motor de auto llegó a los oídos de todos los sobrenaturales que estaban en la gigante casa, junto a un hedor desagradable que solo pudieron identificar como el olor que desprendía un perro recién bañado.
Las voces de una mujer y de un hombre se escuchaban rompiendo el silencio del bosque.
El patriarca de la familia se acercó a la puerta para recibir a los invitados de su ultima nuera, al abrir se encontró con su antigua compañera de trabajo y con el lobo que fue atropellado por la latina.- Evangelina, Jackson, un gusto recibirlos en nuestra humilde morada.-Dice estrechando la mano de la humana con cariño.
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Diamante
RomanceEva Torris era el nuevo cotilleo en el pequeño pueblo de Forks, una latina de complexión pequeña llena de vida que iluminaba el triste y desolado pueblo, siempre se le veía con una sonrisa en su rostro, y observabas fácilmente cómo sus ojos brilla...