Capítulo 17

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La fiesta de Jeon Holdings, Inc, se llevó a cabo en los salones del LOTTE HOTELS.

Allí estaba la familia Jeon casi al completo, ya que Jeon Seokjin no pudo asistir debido a su estado.

So Ra y Ji Sung, Namjoon, Jungkook con su novio Soobin, y los hijos de éste. Lisa, acompañada por Kim Yesung, su nuevo novio desde hacía tres meses y Eun Woo, quien traía de su brazo al abogado de la empresa, Park Jimin.

Desde luego que todos los empleados asistían sin excepción, acompañados por sus parejas.

La familia Jeon ocupaba la mesa principal, pero sutilmente, Jimin logró convencer a Eun Woo de sentarse junto a sus compañeros del departamento jurídico y, aunque un poco reticente al principio, finalmente el chico accedió.

Jungkook respiró con tranquilidad cuando su hijo le dijo que se sentaría con sus compañeros de trabajo, ya que no se sentía capaz de pasar toda la noche sentado junto a Jimin y verlo actuando de pareja de su propio hijo.

Se excitó nada más verlo entrar.

Vestido con un traje rojo, hecho a la medida que enseñaba su perfecto cuerpo, era la imagen de la sensualidad.

Su cabello peinado de forma elegante.

¡Dios! Ese chico lo encendía como yesca a la hojarasca seca.

Verlo reír con los integrantes de su mesa, y bailar con su hijo, mostrándose divertido, lo ponía furioso.

Quería ser él quien le provocara esas sonrisas, y quería ser él el hombre al que Jimin se las dedicara.

No veía la hora de que esa fiesta terminara de una maldita vez, pero cuando la fiesta acabara faltaría un solo día para que él tuviera que viajar con su abogado a Roma, donde se quedarían cuatro días para terminar de finiquitar el contrato con los Rossi.

Todavía no había encontrado una excusa para no viajar, de la misma forma que no había encontrado una solución para pasar cuatro días durmiendo en la habitación contigua a la de él y no sucumbir a sus más oscuros deseos.

Jimin no podía dejar de pensar en Jungkook, sentado en la mesa principal junto a su perfecto novio, pero se negó a dejárselo notar.

Para ello bailó y rio con su acompañante así como con varios de sus compañeros.

Todas las personas de su mesa parecían encantadas y deslumbradas por él, por lo que era fácil pensar que el plan de Rose para que se gastara cien mil wons en ese traje rojo, estaba resultando un éxito. Pero él no lo consideraba así ya que el único hombre al que deseaba deslumbrar, no le había dedicado más que una mirada, cuando se había acercado a su mesa para saludar a sus empleados.

Estaba dispuesto a marcharse y dar por terminada la noche cuando se dirigió al lavabo.

Frente al espejo se dio ánimos y salió.

Frente a la puerta estaba el hombre más hermoso que había conocido jamás.

Aquel del que, debía reconocerlo, se había enamorado sin más.

No era sólo su atractivo físico lo que lo enloquecía aunque éste por sí solo fuese capaz de provocar la dureza entre sus boxer.

Era su inteligencia, su madurez, su sabiduría, sumado a la personalidad ocurrente y divertida que había demostrado siempre, antes de que la relación entre ellos se volviera tan tensamente sexual.

Lo amaba, así sin más, lo amaba pero ya se había resignado a no tenerle.

—Jimin —dijo él, recostado indolente contra la pared con una copa de champagne en la mano.

Seducción prohibida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora