Capítulo 41

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Aún sin estar completamente seguro de lo que estaba haciendo, Jimin aceptó la oferta de Jungkook y, después de pasar por su casa para recoger una maleta, se instaló con el padre de su hijo en el departamento de aquel.

En todo momento, Rose mostró su total desacuerdo, Taehyung le animó y Yoon Gi le propuso que no dudara en volver si creía que era lo más conveniente.

Jungkook intentaba mostrarse calmado pero se sentía exultante.

—Debería instalarme en la habitación de invitados —sugirió Jimin cuando entraron en el departamento y Jungkook cargó su maleta al interior.

Jungkook se volteó a verlo con atención.

—¿Es lo que quieres, Jimin? —inquirió —¿Prefieres instalarte en la habitación de invitados?

No lo prefería en absoluto, pero su orgullo, vestido con un traje de pequeño Jimin diablillo, le gritaba con fuerza que no claudicara, que se lo pusiera un poco más difícil a Jungkook, a fin de hacerle sufrir por haberlo lastimado.

El pequeño Jimin ángel, por otra parte, le sugería que perdonara al hombre, ya que sería la única forma en que ambos serían más felices.

—Es lo que debería hacer —respondió sin atreverse a ser completamente sincero.

—No voy a obligarte a nada, Jimin —le aseguró él.

—Ya me has obligado a venir aquí —contestó caprichoso.

—No lo he hecho, dije que podíamos instalarnos en tu casa si lo preferías. Solo he querido ocuparme de cuidar de ti y de nuestro hijo. ¿Vas a condenarme por querer cuidar de mi hijo cuando me necesita? —dijo levantando una ceja.

—No, claro que no —reconoció el sintiéndose avergonzado.

—¿Entonces? ¿Quieres instalarte en la habitación de invitados? —insistió. —Y no pregunto lo que piensas que deberías hacer, sino lo que realmente quieres y deseas.

No podía negarle lo que ambos sabían con certeza. Llevaba meses deseando volver a compartir la cama con él, y dormir entre sus brazos, aun cuando, de momento y debido a su prescripción médica de reposo, el sexo les estuviera vetado.

—Quiero compartir tu cama contigo —murmuró bajando la mirada.

La sonrisa de Jungkook partió su rostro por la mitad.

Se acercó a él y lo rodeó con su brazo estrechándolo contra él.

—Perfecto, nene —susurró hundiendo el rostro en el fragante cabello del chico. —Vamos a la habitación.

Después de obligarlo a meterse en la cama, Jungkook se ocupó de vaciar la maleta, guardando todas sus pertenencias en los lugares correspondientes.

Mientras Jimin dormitaba en su cama, él se encargó de preparar la cena.

Finalmente después de tantas semanas, por fin volvía a sentirse completo.

La persona que amaba, su amor, volvía a estar durmiendo en su cama y allí iba a quedarse, si por él fuera, durante el resto de su vida.

Aunque tenía la certeza que dentro de unos cuantos meses, y durante años a partir de entonces, tendrían un pequeñín que se colaría en su cama entre ambos a mitad de la noche.

Pensar en ello le hizo sonreír y así fue como le vio Jimin al despertar.

De pie en la puerta de la habitación, con una bandeja en las manos y mirándolo con una sonrisa soñadora.

—¿Qué haces? —le preguntó sacándole de su trance.

—Hola, cariño —saludó sonriente. —¿Descansaste? —entró en la habitación y dejó la bandeja sobre la cama para ayudarlo a sentarse. —Te he traído algo de comer. ¿Tienes hambre?

Seducción prohibida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora