Capítulo 25

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Jimin durmió cada día de esa semana en el departamento de Jungkook, y para cuando llegó el fin de semana, en el vestidor de Jungkook, ya se podían encontrar prendas de él.

—Tengo que ir a casa —musitó somnoliento el domingo por la mañana, tumbado boca abajo sobre la amplia cama.

Jungkook recorría su espalda con la yema de sus dedos y sus labios, dejando suaves y electrizantes toques.

—¿Para qué?

—Algún día debería dormir allí.

—¿Por qué? ¿No te resulta cómoda mi cama? —ronroneó dando suaves mordiscos en su espalda.

—Mucho, pero es mi casa. Al menos debería pasar por allí, estoy seguro de que tendré correspondencia, facturas, qué sé yo.

—Podrías pedir que te enviaran tu correspondencia aquí —sugirió haciéndolo carcajear divertido.

Se volteó quedando de frente a él.

—Estás loco. ¿Cuánto tiempo llevamos juntos? ¿Dos semanas?

—Casi tres.

—¿Y tres semanas te parecen tiempo suficiente para que de tu dirección como mía?

—Me da igual dónde te lleguen tus cartas pero no quiero que duermas en otro sitio que no sea en mi cama. —explicó como si fuese absolutamente normal su razonamiento.

—Creo que antes de pensar en que prácticamente viva contigo, deberías decirles a tus hijos que estamos juntos.

—Se los diré hoy mismo, si quieres.

—Preferiría esperar un poco.

—¿Por qué quieres esperar? —inquirió Jungkook curioso.

—No sé. Creo que cuando se los digas, estaría bien que lleváramos más tiempo juntos para que no crean que es algo sin importancia.

—No es algo sin importancia para mí.

—Lo sé. Tampoco es algo sin importancia para mí, pero, ya sabes, ¿qué tal si vamos despacio?

—De acuerdo, nene. Lo haremos como tú prefieras pero debes saber que eso no implica que no vaya a dormir contigo todas las noches. Si quieres después de comer te llevaré a tu casa para que recojas lo que necesitas y podemos volver aquí.

—Me parece una idea genial —reconoció sonriente. —Podré presentarte a mis amigos, que estoy seguro querrán conocerte.

—¿Debería preocuparme?

—¿Conocer a los chicos? No, en absoluto. Son encantadores —aseguró con una sonrisa que a Jungkook le hizo dudar de su fiabilidad.

Jungkook detuvo el coche frente a la casa de Jimin.

Las ventanas de la planta baja estaban iluminadas, por lo que imaginó que sus amigos estarían allí.

Cuando Jimin abrió la puerta, la música estrepitosa les recibió.

—Taehyung está cocinando —informó Jimin con seguridad.

Después de colgar sus abrigos en el armario del vestíbulo, Jimin tiró de su mano para dirigirlo a la cocina.

Tal como había predicho, un chico delgado y menudo vestido con una camiseta y un pantalón deportivo, bailoteaba y cantaba de pie frente a los fogones mientras revolvía el contenido de una enorme olla.

—Tae —gritó Jimin a la vez que se acercaba al IPod que había sobre la isla de la cocina y bajaba completamente su volumen.

Sobresaltado el chico se dio la vuelta, llevando su mano libre a su pecho.

Seducción prohibida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora