Capítulo 36

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Eun Woo y Lisa se mostraban recelosos y molestos con su padre, pero no encontraron forma alguna de evitar cumplir con sus nuevas obligaciones.

Así que durante la primera semana, sus nuevos jefes le comunicaban a Jungkook cómo se estaban tomando su nuevo lugar en la empresa.

Eun Woo había sido el más reticente y rebelde ante las órdenes de Yun Ho, ya que, llevando tantos años en la empresa, se sentía humillado por haber tenido que pasar a responder ante un superior.

Lisa se había mostrado más receptiva buscando recuperar el lugar que había perdido con su padre.

Pero Jungkook se mostraba aún bastante escéptico y, si bien estaba más que dispuesto a darles una oportunidad y un voto de confianza, estaba decidido a no dejarse enredar ni manipular por sus hijos, por primera vez en veinticinco años.

Por primera vez en su vida estaba decidido a tomar las riendas de su vida sin permitir que nada ni nadie interfiriera en ella o acabara decidiendo por él.

Lo había permitido siempre desde aquel día que, con lágrimas en los ojos, Na Ra se había presentado en su casa para decirle que estaba embarazada, y que no tenía idea cómo enfrentarse a esa situación.

Ese día el destino había elegido por él, impidiéndole realizar su sueño de ir a la universidad y obligándolo a enfrentarse a unas responsabilidades mayores a cualquier otra que hubiera tenido que enfrentar.

Se negaba a permitir que nuevamente sus sueños se vieran truncados por la decisión de alguien más, incluso si ese alguien fuesen sus hijos.

Desde luego que no quería romper su relación con ellos, ya que eran, sin dudas, las dos personas más importantes de su vida, pero confiaba en que lograría ganarse su aprobación.

Creía ciegamente que en el momento que sus hijos comprendieran lo dura que podía ser la vida, y lo duro que era trabajar para conseguir lo que uno quería, entenderían lo importante que era para él no perderse la oportunidad de ser feliz, incluso si esa oportunidad estaba en compartir su vida con un hombre bastante más joven que él.

Sabía que necesitarían tiempo para asimilarlo, pero confiaba en que finalmente lo harían.

Entonces él podría dedicarse por completo a conseguir el perdón de Jimin y reconquistarlo.

Con lo que él entendía como un plan perfectamente trazado, se sumergió en la Oferta Pública de Adquisición en la que estaban trabajando sobre una empresa maderera que Jeon buscaba adquirir.

Y siendo el trabajo la mejor distracción, Jimin hizo lo propio implicándose en dos diferentes casos que le entregaron en el bufete, dejándolos en sus manos.

—Buenos días, Jimin —lo saludó uno de sus jefes entrando en el despacho del chico con una gruesa carpeta en las manos.

—Buenos días, Baek Hyun.

Kim Baek Hyun, uno de los socios del bufete, era un tipo bastante agradable y simpático, aunque las constantes insinuaciones que le hacía a Jimin, lo ponían nervioso.

Desde el día de su incorporación al bufete, Baek Hyun no había ocultado su interés por el joven abogado.

Baek Hyun rondaba los cincuenta, pero se mantenía en forma y su cuerpo atlético no tenía nada que envidiarle al de cualquier hombre de treinta. Llevaba el cabello oscuro y largo, atado en una coleta discreta que le daba un aire juvenil. Sus ojos eran dos orbes oscuros que fijaban su profunda mirada intimidante ante quienquiera que se enfrentasen.

Jimin solía sentirse muy pequeño cuando Baek Hyun lo miraba con atención, dejándole más que claro su inocultable interés en él.

—¿Cómo estás? ¿Qué tal tu día?

Seducción prohibida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora