Capítulo 38

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—¡Idiota, idiota, idiota! —se recriminaba Jungkook golpeando el volante de su coche aún aparcado frente a la casa de Jimin. —¿Cómo puedo ser tan idiota? ¿En qué coño estaba pensando? ¿Realmente creo que me va a perdonar comportándome como un puto troglodita? —se quejó.

La situación se le había ido de las manos.

La frustración se había sumado a la furia, tanto por saber a Jimin saliendo con alguien más como por tener que reconocer el egoísmo de su hijo que lo había llevado a perder al hombre que amaba.

A la confusión de sus sentimientos no le había ayudado tener a ese chico tibio entre sus brazos, aspirar su aroma, sentir su leve temblor, acariciar su piel y sentir la calidez que había estado añorando las últimas semanas.

Recordarlo entre sus brazos. Rememorar en tan solo unos instantes todo lo que había sentido en los pocos meses que había dormido con el cada noche y le había hecho el amor. Todo había sido demasiado para su autocontrol, y lo había tomado contra la pared, en el vestíbulo de su casa como si hubiese sido un cavernícola encontrándose con su pareja.

Ahora necesitaría esforzarse aún más, para demostrarle a Jimin que lo amaba y que realmente quería recuperarlo y haría todo para lograrlo.

Mientras Jungkook se recriminaba su estupidez, tumbado en su cama Jimin lloraba preso de la rabia y frustración.

No importaba lo que Jungkook hubiera hecho ni cuánto lo hubiese lastimado, él era incapaz de resistirse a él, y le habían bastado unos pocos minutos para demostrárselo.

Había llegado a su casa con sus reclamos y sus interrogatorios, y el, en lugar de deshacerse de él y echarle de su casa y de su vida, se había deshecho en sus brazos y se le había entregado como si no hubiese habido un mañana.

—¿Jimin? —llamó Rose dando dos suaves golpes al otro lado de su puerta. —¿Podemos pasar?

Limpió su rostro con las manos intentando secar sus lágrimas y se sentó en la cama.

—Sí, pasad —aceptó.

En un instante sus tres amigos se encontraban sentados en la cama a su alrededor.

—¿Qué sucedió? —preguntó Yoon Gi con preocupación. —¿Qué hacía Jungkook aquí?

—No lo sé, en realidad.

—¿No lo sabes? —indagó Taehyung confuso.

—Vino con su actitud troglodita de arrogante amo y señor —explicó furioso. —Quería saber qué relación tengo con Baek Hyun. Dijo que yo soy solo suyo y que tenemos que volver a estar juntos.

—¿Y qué te ha ofrecido diferente de lo que te ofrecía el día que te pegó la patada? —gruñó Rose indignada. —¿Qué piensa hacer con sus hijos y su negativa a aceptarte?

—No llegamos a tanto —sonrió con triste ironía.

—¿Qué quieres decir con que no llegasteis a tanto?

—No dijo más que eso. Supongo que intentó convencerme con sexo.

—¿Convencerte con sexo?

—Sí.

—¿Te quiso llevar a la cama? —inquirió Taehyung extrañado.

—No hizo falta —sollozó sintiéndose humillado. —Me lo hizo de pie contra la pared de la entrada —explicó avergonzado. —Y seguramente creeríais que me resistí o me negué, pero os equivocáis. Qué va. Mi rechazo no existió. Me abrí para él como si nunca me hubiese echado de su casa y de su vida de la forma que lo hizo. Soy tan idiota —se quejó. —No tengo ningún respeto por mí mismo.

Seducción prohibida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora