Capítulo 40

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Jungkook se sentó en la silla que Yoon Gi había dejado libre.

El amor que se reflejaba en su cara mientras miraba a Jimin, lo desestabilizaba, por lo que alejó su mirada de él para fijarla en la pared más alejada.

—¿Cómo te sientes? —preguntó él en voz muy baja.

—Bien —respondió conciso y receloso.

—¿Y cómo estás llevando el embarazo? —inquirió sintiendo una extraña mezcla de tristeza y alegría ante la noticia de su paternidad, la cual aún no lograba asimilar.

—Bien —espetó el molesto.

Jungkook tomó la mano de él entre las suyas, reteniéndolo con firmeza cuando él quiso retirarla.

—Jimin, cariño... —le llamó obligándolo a volver la vista hacia él —Hey, nene...

Acercó la mano de el a sus labios y la besó antes de apoyar su rostro sobre la palma abierta del chico.

Inspiró profundamente absorbiendo el perfume de la piel del chico que tanto amaba, mientras el cuerpo de él se estremecía por la dulzura de sus gestos.

Jimin quería mantenerse firme y frío ante ese hombre al que adoraba, pero no era capaz de separar sus sentimientos y todo el amor que le embargaba cada vez que lo tenía cerca, superaba con creces el dolor que le había supuesto su abandono.

—¿Por qué no me lo dijiste? —preguntó abriendo los ojos para mirarlo con dolor. —¿No crees que merecía saberlo?

—Tú me echaste de tu vida. Nos echaste —sentenció.

—Lo sé —reconoció —y nunca será suficiente mi arrepentimiento. Pero quiero recuperarte, lo sabes. Te amo y quiero recuperarte. A ti y a nuestro bebé. —agregó sonriendo exultante ante la mención de su nuevo hijo.

—¿No estás molesto porque esté embarazado? —indagó entre susurros temeroso de conocer los sentimientos de Jungkook.

Por mucho que hubiese querido pensar que podía aceptar cualquier reacción de parte de él, no estaba preparado para escucharle renegar de su hijo.

No era consciente de la felicidad que embargaba al hombre, que unas horas antes, hubiera asegurado no desear volver a pasar por la paternidad.

—Claro que no, ¿por qué lo piensas?

—Siempre has dicho que no querías tener más hijos. Que estabas preparado para ser abuelo, no padre nuevamente.

—Supongo que teniendo dos hijos de veinticinco y sin pareja, era más sencillo que me hicieran abuelo antes que padre, pero eso no significa que no ame la idea de ser el padre de tu hijo.

—No quiero que te sientas obligado a nada. No quiero ser como Na Ra. No quiero que acabes odiándome.

—Por Dios, Jimin, ¿cómo puedes decir algo así? Tú no eres como Na Ra. No eres un adolescente convirtiéndome en padre cuando aún no me he convertido siquiera en un adulto.

—No quería que te enterases de esta forma, porque no quiero que te sientas obligado de ninguna forma a hacerte cargo del bebé.

—Nene, ¿crees que no quiero hacerme cargo del bebé?

—No quiero que sea una obligación. No quiero que sientas ninguna obligación hacia él o hacia mí.

—Ocuparme del bebé no es una carga, Jimin, pero sé que tengo obligaciones con respecto a él. Y a ti.

—No —negó el contundente —No tienes ninguna responsabilidad para conmigo. Yo no voy a ocuparme del bebé porque sea mi obligación o mi responsabilidad sino porque quiero hacerlo por sobre todas las cosas. Porque lo amo. Completamente.

Seducción prohibida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora