Capítulo 20

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Ese día estuvieron de visita en las instalaciones de Roma.

Marco Rossi, prácticamente no se separó de Jimin, ante el apenas contenido malhumor de él.

Para cuando volvieron al hotel al final de la jornada, Jungkook ya se sentía demasiado celoso, así como ansioso por meterse a la cama con Jimin.

Cuando las puertas del ascensor se cerraron frente a ellos, Jungkook se giró de frente a Jimin y lo acorraló contra la pared.

—Hace seis meses que no puedo entrar en un ascensor sin pensar en ti —murmuró a la vez que posaba sus manos sobre los glúteos del joven

—¿Ah, sí? —ronroneó sugerente restregando su cuerpo contra el de él.

—Sí. Desde aquel primer viaje a Frankfurt.

—No pensé que fueras a negar que había algo entre nosotros —aseguró abriendo la cremallera de sus pantalones y colando su mano en ellos para acariciar su erección.

—No sé cómo fui capaz de rechazar tu invitación.

—Nunca entenderé cómo podías rechazarme cada día. A veces estaba seguro de que estabas interesado en mí, y cientos de veces estaba seguro de que sólo te fastidiaba.

—Me fastidiaba desearte tanto. —aseguró cerniéndose sobre sus labios —Tanto como hoy me ha irritado el idiota de Marco, todo el día coqueteando contigo.

—Ni me he dado cuenta.

—Yo sí —aseguró apretándolo contra él para besarle con desespero.

El ascensor se detuvo y las puertas se abrieron, pero tuvieron que volver a cerrarse para que se dieran cuenta que habían llegado a su planta.

—Dios —rio Jungkook separándose de el para acomodar su ropa —Me siento un adolescente contigo —refunfuñó haciéndolo reír.

Acomodó su incómoda erección y subió la cremallera de sus pantalones para abandonar el ascensor y tirar de su mano hasta su habitación.

—¿Necesitas algo de tu habitación?

—Nada en absoluto.

—Mejor así —sonrió pasando la tarjeta por la cerradura de su propia habitación.

Lo acorraló contra la puerta, nada más al cerrarla.

Jimin enredó sus piernas en la cintura del hombre, mientras sus bocas se devoraban con pasión y violencia.

—Te necesito desnudo —murmuró ávido caminando con el chico enroscado en su cuerpo, para tumbarlo sobre la cama.

Se separó de el para quitarse la americana y la corbata antes de proceder a desnudarse con ansiedad.

Jimin hizo lo propio sin poder alejar la vista del cuerpo firme y tonificado del hombre que amaba.

Aún le resultaba difícil de creer que finalmente, después de seis meses, ese hombre hubiera aceptado darles la oportunidad de estar juntos.

—No sé qué he hecho para merecer un chico tan hermoso —murmuró cuando se recostó desnudo sobre el sin dejar de admirar su cuerpo desnudo.

—Supongo que ser increíblemente guapo e inteligente ha actuado en tu favor —explicó divertido acogiéndolo entre sus brazos y piernas.

—Doy gracias a mis padres y su genética por eso —sonrió antes de bajar sus labios por el cuello y pecho del joven.

Pasaron varias horas antes de que se dieran por satisfechos y se dejaran vencer por el agotamiento.

Seducción prohibida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora