Unos segundos.

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En cuanto Jungkook pasó a su lado pudo sentir una leve brisa con aroma a shampoo, Jimin pensó que tal vez debería preguntarle al rizado que marca usaba, ese aroma le parecía muy bueno.

Al cerrar la puerta se debatió si en verdad lo que le gustaba era el shampoo o el aroma de Jungkook, segundos después se abofeteo inconscientemente como castigo por pensar de una forma tan ridícula.

El chico de cabellos castaños se dió media vuelta y le miró con el seño fruncido, preocupado por la auto-bofetada sin sentido que se acababa de dar.

Jungkook le miro en silencio por unos segundos, Jimin tampoco dijo nada, solo esperaba que no pensará que era un psicópata.

-... ¿Cómo... Te sientes? - pregunto Jungkook, refiriéndose al incidente con su madre hace unas horas.

El rubio realmente no quería hablar de eso, por lo menos no en ese momento. Se acaricio los cabellos de la nuca y fijó la vista en algún lugar de aquella gran habitación.

-No es importante. - atinó a responder.

-Hyung. - insistió el rizado.

-Jungkook, solo... - se detuvo a si mismo al notar que alzó la voz groseramente, así que suspiró y relajó su cuerpo. - Solo déjame lidiar con esto por mi cuenta. No necesito tu ayuda, así que, por favor...

Jungkook suspiró profundamente, se encontraba frustrado por no poder ser alguien con quien Jimin se sintiera seguro de confesar lo que sentía. Quería ayudarlo, y al no ser de confianza para el rubio, sus planes eran frustrados constantemente.

Pero no planeaba irse sin más, ya había decidido quedarse, así que camino unos cuantos pesos en la habitación, buscando algo, cualquier cosa.

Jimin solo le siguió con la mirada, curioso por saber que estaba buscando el más alto.

Se detuvo frente a un estante y de él tomó un objeto, lo alzó por encima de su hombro para mostrárselo a Jimin.

-¿Sabes jugar? - pregunto con un joystick en la mano.

Inmediatamente Jimin se cruzó de brazos.

-Te voy a patear el culo en cualquier videojuego que pongas. - prometió, dió un par de zancadas hacia Jungkook y le arrebató el objeto de las manos.

El castaño sonrió, aún sin darse la vuelta, no quería que Jimin supiera que su plan de quedarse había funcionado.

Por otro lado, Jimin encendió la tele y se sentó a los pies de su cama, una vez sentado le hecho un vistazo rapido al joystick, asustandose mucho al no comprender ningún símbolo. Fingió seguridad cuando Jungkook le acompañó a su lado, no quería que Jungkook supiera que su plan para que él se quedará había funcionado.

Comenzaron jugando Mario kart, en donde el ganador indudable fue Jungkook; el rubio pidió la revancha en mortal Kombat, dónde resultó ganar con creces. El orgullo de ambos no les permitió acordar un empate, lo que los llevo a jugar hasta altas horas de la noche en un concurso por ver quién de los dos era mejor en los videojuegos.

Los minutos se convirtieron en horas y de pronto, cuando mirabas hacia la ventana, los primeros rayos de sol intentaban escabullirse por la tela de la sedosa cortina.

-¡Muévete, muévete, muévete personaje de mierda! - maldijo Jimin a la par que presionaba todos los botones en un intento fallido por ganar la pelea.

-¡Hyung, es una niña! - regañó Jungkook.

-¡Es un pixel! - gruño el rubio, intentando salir de la lava.

Querido hermano Park Jimin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora