Juicio.

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La jueza observo disimuladamente al equipo de demandados y demandantes. Desde su gran escritorio podía ver cómo había casi seis abogados por parte de la escuela de etiqueta, y solo dos de parte de la familia Jeon.

Todos en esa habitación sabían quién sería el vencedor al final del día.

-¿No son una de las familias más multimillonarias de Corea? - susurró una mujer del público que se encontraba a espaldas de Jungkook.

-Deben estar en bancarrota... - sé carcajeo un hombre de gran barriga y de traje.

Jungkook mantuvo un semblante serio, vivió en la farándula desde la cuna, obviamente sabía cómo lidiar con las críticas negativas.

-Jeon Jungkook, acérquese, por favor. Exponga frente al jurado y la corte los argumentos que manifestó en su denuncia. - pidió la jueza, sacando de sus pensamientos triviales a todos en la sala.

El castaño suspiró y se levantó de su silla, plantandose frente a todos los ojos, quienes le observaban cada movimiento, cada error, cada respiración.

Sin embargo, lejos de prestarle atención a toda esa presión ejercida sobre él,Jungkook solo miraba permanentemente hacia la jueza.

-Su señoría, miembros del jurado y público general; estoy seguro que todos conocemos el famoso internado Maeneowa haengdong, reconocido por reformar incluso a chicos que alguna vez en su vida estuvieron en prisión. - comenzó el rizado. - Pero, ¿Alguna vez se preguntaron que clase de métodos utilizaban para hacerlo?

Ante lo último, los susurros aumentaron y los flash de los pocos reporteros que se les permitió entrar no pararon hasta que la jueza pidió silencio.

-Si se tomaran la molestia de leer mi biografía, se habrán dado cuenta que, en mi niñez, asistí a sus instalaciones durante unos largos tres años. - relató mientras en su cabeza reproducía cada mal episodio vivido entre aquellas cuatro paredes. - Realmente nunca fui castigado severamente, o recibí una reprimenda por no seguir órdenes.

Cuando Jungkook hizo una pausa, fue cuando se dió cuanta que no se escuchaba ni el aleteo de una mosca, todos guardaban sepulcral silencio para escuchar cada palabra.

-Sin embargo... El trato hacia mí cambió drásticamente cuando se descubrió que gusto de hombres. - los suspiros de sorpresa no se hicieron esperar.

-¡Silencio, por favor! ¡Guarden silencio! - pidió la jueza por segunda vez, el público había enloquecido con la noticia.

-Al principio no noté nada extraño, pero cuando la rectora arregló una cita con el psicólogo escolar y las monjas del convento Gloria Dios daban “charlas” recitando la biblia dos veces por semana, fue cuando noté el cambio. - el castaño observo al público, la mitad parecía desinteresada.

Sonrió, era obvio que aquella declaración fría y soza que había preparado el abogado no iba a funcionar para captar toda la atención y empatía del público. Así que desechó aquella información de su cerebro, y se dió la libertad de expresarse.

-¿Alguna vez se sintieron miserables por haber hecho algo que amaban? - preguntó en voz alta el castaño, atrayendo toda la atención del público con aquella pregunta tan personal. - Yo amaba a ese chico, para mí, era la persona con la que quería casarme. Tenía diez años, estaba claro que no me casaría, jaja.

El público se carcajeo, recordando su niñez y la forma tan intensa en la que creían amar a esa edad.

-Pero había otras formas de dejarme claro que no me casaría con él, ¿Por qué, precisamente, la escuela me lo diría diciéndome que lo que yo sentía era una abominación?

Querido hermano Park Jimin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora