Onigiri.

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De nuevo se encontraban en aquella ostentosa oficina, siendo asesinados por aquellos ojos negros que los juzgaba.

-Denme una sola buena razón para no expulsarlos en este mismo instante. - comenzó alzando la voz la rectora mientras tomaba asiento en su respectiva silla.

Jungkook suspiró mientras se aproximaba a una de las sillas frente a la mujer, dispuesto a sentarse.

-No les pedí que se sentarán. - interrumpió la rectora.

Inmediatamente Jungkook se quiso levantar, pero de nuevo la mujer habló.

-No, déjelo. Ya se sentó, después de todo... - gruñó la señora.

-Rectora, si me permite explicarle... - comenzó Jungkook.

-No quiero sus excusas. - puntualizó la señora de canas.

-Usted nos pidió que le demos una razón. - habló por primera vez el rubio. - Si en realidad quiere que le demos una razón para no expulsarnos, entonces debe escuchar nuestra excusa.

Al terminar de hablar, Jimin observo atentamente hacia su hermanastro, quien se encontraba viéndolo desde que abrió la boca.

-¿No lo crees, Jungkook? - le miro expectante.

Después de un par de segundos en silencio, el rizado asintió en respuesta.

-Si, creo que tienes razón. - susurro el menor.

La rectora observo a los dos chicos que tenía enfrente, como dándose cuenta de algo que siempre estuvo frente a sus ojos. Cuando comprendió que sucedía, no pudo evitar reírse un poco, lo que descolocó a los alumnos.

-Ahora comprendo... - se secó una lágrima que rodaba por su mejilla gracias al ataque de risa. - Ya lo veo, era tan obvio...

-Yo... No.... ¿De que nos reímos? - preguntó Jungkook en medio de su confusión.

Al contrario de Jungkook, Jimin sabía a qué se refería, y no le gustaba.

-Ustedes dos son... - los señaló a ambos con la pluma una y otra vez mientras buscaba la palabra que quería.

Fue ahí cuando Jungkook comprendió.

-N~no es lo que... - tartamudeo el castaño, levantándose de su silla para poder explicarle.

-No puedo creerlo... No puedo creer que dejara entrar a dos hombres fingiendo ser niñas a mi instituto. - volvió a hablar de manera sería. - Está es una escuela de prestigio, enseñamos modales y etiqueta; formamos hombres educados y amables, ¡No maricas en minifaldas!

Las comisuras de Jimin se curvarón en una pequeña sonrisa, cosa que la rectora no pasó por alto.

-¿Que le parece tan gracioso, Joven Park? - preguntó la señora.

-No es nada, es solo... Que admiro mucho que le grité he insulte de esa manera al hijo de un renombrado empresario. - se explicó Jimin.

-El señor Jeon solo es un idiota con corbata, un pusilánime que seguramente sea igual de maricón que su remedo de hijo. Y no me importa quien sea su padre, todos mis alumnos son iguales a la escoria. - recitó la señora, regurgitando bilis por todo el escritorio.

Uno, dos, tres... Fueron en total cinco minutos de silencio total.

La rectora suspiró, se giró en su asiento y se inclinó hacia el pequeño refrigerador que siempre se encontraba a su espalda.

-Ahora vayanse, tengo mucha hambre y no he comido. - ordenó la señora mientras buscaba su almuerzo.

Jungkook de inmediato se levantó de su silla y se dió media vuelta, pero Jimin no parecía dispuesto a irse, lo que confundió a su hermanastro. Se giró para poder ver exactamente qué es lo que Jimin tanto veía en la rectora.

Querido hermano Park Jimin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora