Querido hermano Park Jimin.

Fuegos artificiales.

~Advertencia de contenido sexual explicito~

Justo en ese momento Jungkook quiso huir, naturalmente.

Sin embargo, no fue sutil, inmediatamente comenzó a golpear con su propio codo la ventana para romperla, aún si eso significaba dañar su amado y costoso auto.

-¡Noquéalo! - ordenó el conductor, los chicos que se encontraban en los asientos traseros tardaron en reaccionar.

¡Maldigo haber pagado extra por ventanas antibalas! Se quejó Jungkook en sus adentros al ver que la ventana no cedía.

Finalmente, dos pares de brazos le tomaron con fuerza por los hombros, sometiéndolo.

El pandillero restante saco una pistola de su bolsillo y con el mango golpeó la coronilla de Jungkook, con fuerza tal que de dos golpes lo dejo inconsciente.

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Para cuándo su cuerpo comenzó a recuperar la consciencia, inmediatamente sintió cinta canela alrededor de sus muñecas, pies y boca.

Abrió los ojos de par en par, notando que se encontraba atado con cinta a una silla vieja, y ni siquiera sabía dónde se encontraba, todo alrededor no era más que terreno baldío, y sus zapatos eran empapados por una corriente pequeña de agua.

Miro frente a él, aquellos que lo habían secuestrado se encontraban intentando encender una fogata, mientras el líder descansaba arriba de su auto.

-¡Diablos! ¡El fresa ya despertó! - grito a modo de celebración uno de los pandilleros.

Después de aquel grito, toda la pandilla se acercó a él, y aquel chico que había conducido su auto hizo el amago de arrancarle con poca delicadeza la cinta de su boca.

-Más te vale que tengas el dinero para pagar unos zapatos Tom Ford. - amenazó el castaño una vez fue liberado de la cinta, refiriéndose a la corriente de agua que obviamente había arruinado sus zapatos.

-¡Jaja! ¡Que gracioso! - se burló uno de los chicos.

El líder de cabello rojo se inclinó más hacia Jungkook, casi rozando ambas narices y clavándole la mirada.

-¿Crees que estás en posición de dar órdenes? He de admitir que tienes huevos. - sonrió el pelirrojo.

-¡Si, el único que va a salir de aquí sin un won vas a ser tú! - sé carcajeo el más chaparro de todos.

La verdad es que Jungkook no se encontraba asustado, principalmente por dos motivos: el primero era que este no era su primer secuestro, y hay que ser sinceros, tampoco será el último; el segundo y más importante motivo, es que llevaba consigo el revolver que le había confiscado a Jimin.

Aprovecho que la pandilla se encontraba distraída para tentar con sus dedos su bolsillo trasero, horrorozandose al no sentir el arma.

-¿Buscabas esto? - pregunto uno de los extraños, mostrando la revolver con diversión. - Es muy buena, creo que me la quedaré.

-¡No! ¡Yo la había pedido primero!

-¡Están locos! ¡Yo lo registre y le saque el arma, es mía por ley!

Jungkook suspiró, al menos los que lo secuestraron hace mucho tiempo se tomaban su trabajo en serio.

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-¡Ahhh! ¡Ah! - se estremeció Jimin, su cabello naturalmente esponjoso ya no saltaba junto a él debido al sudor de su cuerpo.

-¡Hyung! - gruño Nill, el moreno sostenía con fuerza los muslos del rubio, tan solo disfrutando de los saltos que esté daba sobre su miembro.