Querido hermano Park Jimin.

Antes de Sangre Azul (5)

Advertencia: lenguaje inapropiado, contenido gráfico y violento, además de temas serios que pueden tocar la sensibilidad del lector.

~Hace 3 años~

~Narra Jimin~

-¡No cierres los ojos! - me advirtió Namjoon al ver que lo hacía. - ¡No los pierdas de vista o morirás!

El arma que me había sido entregada temblaba junto a mis brazos, quise cerrar los ojos de nuevo, pero me lo negué a mi mismo. No sabía cómo, pero de alguna manera, les disparaba en el pecho.

Llegó un punto en el que fallaba tan pocas veces, que la confianza llegó a mi.

-¡Esto es más fácil de lo que pensaba! - célebre, aún estaba nervioso, pero había ganado seguridad.

Pero esa sonrisa incrédula se me desvaneció cuando me quedé sin munición. A la par, a Namjoon también se le acabaron las balas.

Él lo único que hizo fue lanzar el arma vacía a la arena y quitarse la cadena que llevaba puesta.

-¿Qu~que haces? - le pregunté.

-¡Nos quedamos sin munición, nuestra única opción es pelear a puño limpio! - se colocó en posición de defensa.

-¿¡No tienes más armas!? - entré en pánico.

-¡No soy una tienda de armas! - me respondió como si fuera obvio.

-¡Ay, los bebés se quedaron sin armas! ¿No son tan rudos ahora, no es así? - se tronó el cuello aquel de cabello guinda, sediento de sangre.

Tragué grueso, no me sentía listo para mi primera pelea. Mire a mis oponentes, dos hombres enormes que claramente tenían intenciones de matarme me miraban como si fuera su presa.

Juré que me desmayaría, cuando sentí como Namjoon topó mi hombro con el suyo.

-Yo me encargaré del resto de idiotas, ¿Crees que puedas con esos dos gorilas? - me susurró el de hoyuelos.

-¡Por supuesto que no, doblan mi tamaño! - chillé del miedo.

-Pues que lastima, porque ahí vienen. - me dijo, para después separarse de mi y arremeter contra el resto de esa pandilla.

Esos dos hombres caminaron hacia mi y sus sombras me cubrieron del sol. El de cabello guinda jugaba con sus chakos, el hombre que había herido antes, el de cabello azul, solo tenía sus puños.

-Voy a disfrutar hacer picadillo contigo... - se lamió los labios el de cabello azul.

-Primero tienes que atraparme... - le aseguré, poniéndome en posición de defensa.

Ellos dos se miraron por un segundo, para después reírse a carcajadas. Una gota de sudor frío recorría mi cuello, quería aprovechar que me subestiman para sacarles ventaja.

Rápidamente, el de los chakos lanzó el primer golpe contra mi, lanzó su arma en lateral, me agaché y pateé su rodilla para desestabilizarlo, más solo perdió el equilibrio durante un segundo.