Diecisiete

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Camila Cabello

Me lanzo encima de ella sin poder creer que el amor de mi vida, la que un día lo vi como el ser más insufrible al que fui a caer, está allí, viva y despierta admirándome. Su ropa esta tirada en el suelo dejando eso en el pasado. Un pasado tan tormentoso que aún se mantiene en mi mente.

Sus brazos se enrollan en mi cintura y me aprieta más a ella, su calor es tan abrasador como el mío y solo lo quiero tenerla enrollada en mi cintura, en mi cuerpo y en mi vida.

-Camila de Jáuregui- sus palabras son tan suaves y hay tanta confidencia en ellos que me abruman en sobre manera, mis lágrimas siguen bajando por la impresión, la lanzo a la cama y ella cae despaldas y yo me subo encima de ella para poder abrazarla.

Mi rostro se acuna en su cuello y dejo suaves besos. Su risa es suave aunque ella es inmensa, siento sus manos acariciar mi espalda con suavidad.

-Pensé que no volverá a tenerte- le confieso sin quitar mis manos de ella, pero cuando llevo mi mano a su cuello veo como esta tiene una tonalidad grisácea, me siento en su regazo de golpe, aunque ya siento como tiene su miembro erecto como cada vez que la tengo a mi alrededor, pero trato de olvidarme de eso por ahora, observo mis manos, las giro para ver el dorso y luego de nuevo las palmas.

-Cariño- ella toma mis manos pero no puedo apartar la mirada de ellas, trato de no tener tanto miedo pero me es inevitable ver el color gris en mis manos en contraste con las suyas, pero aun así mi mirada se distrae y va hacia el centro de su pecho, el orificio de la bala está allí como una cicatriz.

Paso mi dedo por el lugar y ella no me detiene, sus ojo están fijos en mis acciones, ella alza su mano y la pasa por mis dos heridas, una al lado de la otra.

-Pasaron algunas cosas pero no estoy consciente de cuando desastre ha ocurrido- asiento porque yo si se lo que ha pasado hasta ahora, por lo menos la mayor parte está en mi cabeza como un reproductor de imágenes.

-Creo que te has dado cuenta del final del día ¿No?- le pregunto pero me recuesto de nuevo en su pecho, ella me toma de mis mejillas y me hace besarla.

Aunque no es una demanda, es un querer que ambas tenemos en este momento, deseo besarla y que nunca lo deje de hacer.

-Por lo menos te di el si antes de morir- las estúpidas palabras de ella han vuelto y lo único que recuerdo es el día en que entre a nuestra habitación llena de sangre y con ganas de asesinar al que se atravesara.

-Sí, diste el si- bese su mejilla y luego sus labios. E beso fue muy suave a diferencia de lo que yo podía sentir en mi interior.

Mis manos fueron a sus mejillas y mordí su labio, lo traje con suavidad alejándome hasta soltarlo con el característico sonido de ¡Plop! Sus ojos estaban fijos en mis labios y volví atacar sus labios.

Nos giró en la cama y se posiciona encima de mí para comenzar a restregarse, mis piernas se abrieron para recibirla y sentir la comodidad de su suave pantalón corto junto a mi centro. Sus labios no se apartaron de los míos y sentía lo hambrienta que ella estaba de mi tanto como yo lo estaba de ella.

La aparte, sus ojos estaban casi negro y logro que una sonrisa se perfilara en mis labios, sentía sus manos recorrer mi cuerpo entero, tocaba todo lo que podía hasta llegar a mi rosto y acunarlo entre sus manos.

-Tus ojos están rojos ¿A quién vas a atacar?- me pregunta pero alzo mi ceja, ambas estamos a un punto en que no estamos seguras de cuánto tiempo podemos detenerlos o aguantar. Entonces doy la de gana-ganar.

La venganza de la dama Millonaria (Camren G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora