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Maratón 

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Elisa McQuoid

Mi pecho se siente cálido aunque mis manos siguen atadas por encima de mi cabeza, la sensación es tan indescriptible que puedo compararla casi que cuando estuve cerca de Cristian, pero mi compañero está tratando de volver a vivir en la casa de Lauren, sé que el estará bien mientras que yo vuelvo a tomar las fuerzas necesarias para seguir mirando fijamente a cada uno de los que están aquí para seguir torturándonos a su antojo.

-¿Quiero verte haciéndolo?- dice Antonella de nuevo con esa maldita voz chillona que toda mi vida había estado detestado, toda ella es el ser más detestable que podía existir, a tal punto que es asombroso que ella y Camila estuvieran llevando la misma sangre y el mismo apellido, pero sobre todo que pertenezcan a la misma rama de descendencia.

Aunque al mismo tiempo no, Camila es tan despiadada como Antonella cuando lo necesita, solo que ella si piensa cuando serlo y no está atacando a diestra y siniestra a todos los que pasan por su camino.

-No solo lo vas a ver, lo vas a sentir- mi sonrisa sigue en mis labios mientras hablo con ella. Los hombres están detrás de ellas como esperando a ver que tanto puedo hacer, que tanto los puedo asustar.

Mis acciones se quedan colgando de como estoy pero mi mirada no está para nada suave y los hechiceros que están en el lugar comienzan a tragar hondo mientras comienzan a irse poco a poco del lugar para casi chocar con la pared más cercana a ellos.

No aparto la mirada de ellos logrando que los presentes traten de mirar hacia atrás para ver a los hombres querer irse casi corriendo del lugar, no me sorprende, en todo caso han tardado mucho permaneciendo a mi alrededor, y estoy más que segura que han llegado aquí y ni siquiera saben quién soy realmente.

-Pueden comenzar a irse poco a poco porque ¿Alguno de ustedes saben quién es mi madre?- los hombres niegan pero siguen caminando hacia atrás cuando mis ojos cambian a un profundo verde. La saliva pasa por su garganta pero mi sonrisa sigue en mi rostro disfrutando de todo el miedo que ellos pueden tener.

-Mi madre es Savannah Barbrow y me encanta- dije como último antes de tomar un impulso y logrando que las cadenas que me tiene en las manos se rompan dejando que los pedazos salgan disparados por todos lados.

Caigo en el suelo y siento mis pies descalzos, los hechiceros tratan de abrir la puerta con rapidez pero soy más ágil que ellos y la trabo.

-¿Quiero ver que tanto pueden contra mí?- alterno la mirada entre ellos y los tres que no dejan de mirarme como si fuera un bicho raro. –Porque te vi morir a ti- señale a Batiste –A ti- señale Antonella –Y disfrute ver como mi amiga mato a tu maldito novio- murmure sin dejar de mirarla –Que casualmente es tu hijo, el bastardo ¿Lo recuerdas?- le digo a Claous que se retuerce en su lugar apretando los puños.

-¡Malnacida!- me grita el corriendo hacia mí.

-¡Go!-


En los pasillos de la mansión Miracle.

Christine Spinter

Mi cuerpo está en el suelo, siento el dolor correr por mis huesos, mis ojos se están cerrando casi inmediatamente, aun así me estoy arrastrando hasta que puedo ver una puerta, no sé si eso sea algo bueno o simplemente sea mi propia muerte porque es hacia donde mis pies me han estado guiando el último tiempo.

Me levanto como puedo tomándome del borde la puerta, mis manos tienen que algo que se les ha clavado pero es casi imperceptible por el fuerte dolor que lleva mi cuerpo, cuando logro estar de pie es inevitable que mis manos no quieran tocar le pomo de la puerta, pero aunque me estoy diciendo que no es lo que debería hacer, me encuentro girándole.

La venganza de la dama Millonaria (Camren G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora