La venganza de la dama Millonaria (Camren G!P)

XXVIII

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Fin del maratón

Lauren Jáuregui

Estoy corriendo hacia la cima de la montaña, el lugar es tan alto que puedo ver todo a mí alrededor, es un lugar seguro cuando estoy con Camila, aunque Camila es mejor dicho mi lugar seguro. La primera vez que la traje, la vida me había dado una nueva oportunidad para tenerla a mi lado, una nueva oportunidad para amarla, asegurarme que todo estaría bien y sobre todo para protegerla.

La primera que la traje ya sentía que mi corazón había muerto y vuelto a vivir, le mostré lo hermoso de la inmensidad que me rodea y sus ojos centellaban alegría, admiración y paz. Lo que siempre he deseado que ella refleje.

Me giro llevando mis manos a mi cintura con mis brazos flexionados casi imitando a la pose de un súper héroe. Miro hacia los que vienen subiendo y mi corazón se hincha de amor. Una sonrisa está extendiéndose en mis labios sin quitar la mirada de ellos.

-¡Ya llegue!- dice una voz suavecita pero chillona. Me inclino y tomo a mi pequeña en mis brazos, la alzo y la abrazo como si no quiera nunca apartarla de mi lado.

-¿Y yo?- pregunta mi niño tocando mi pantalón para que lo alce. Mis ojos se encuentran con los de Camila que me ve atareada pero aun así se encoje de hombros, sé que ella está tratando de reflejar el hecho de que me he metido en este paquete yo sola y no me ayudara a salir.

La sonrisa se ensancha aún más en sus labios cuando me he agachado y he tomado a mi niño para subirlo, ambos ahora a cada costado con sus grandes sonrisas me hacen la madre más feliz del universo, aunque no sé si eso existe con exactitud.

-Ya que para mí no hay espacio decido que mejor me quedo aquí- voy hacia Camila que saca una manta y la extiende, ella deja la cesta a un costado y se deja caer encima de la manta a cuadros, su espalda se recuesta y mira fijamente hacia el cielo nublado.

Somos una familia de tiempo nublado evitando el soleado, Camila no es una mujer de querer salir a menudo, pero ha aprendido a querer tener paseos con nuestros niños.

-Se te cae la baba- me murmuran en mi oído, mi niña está tratando de hacer que la mire, ambas manitas están en mis mejillas. No puedo evitar y dejo un beso en su frente antes de bajarlos para verlo correr hacia su madre y acostarse con suavidad encima de ella.

Voy lento queriendo guardar este recuerdo en mi memoria, he querido almacenar todos los recuerdos que puedo de mi hermosa familia. Me dejo caer al lado de Camila, llevo mi mano hacia el dorso de la suya y la acaricio, sé que le ha gustado por la sonrisa que aparece en sus labios, abre primero un ojito dejándome ver el hermosos amarillo en ellos.

Los niños correr buscando diferentes tipos de hojas y mientras me quedo como una tonta mirándoles siento la palma de mi esposa acariciando mi mejilla. Me dejo caer hacia la suavidad de su mano queriendo tener todo el cariño que ella me permita.

Su mano va hacia mi otra mejilla, me gira para acercarme y aprovecha de darme un beso, la tibieza de sus labios es tan deliciosa que me hace querer más. Su mano baja por mi cuello hasta el centro de mi pecho, hace círculos encima de él, cierro mis ojos por el dolor que cause hasta que sus palabras me sacan de mis pensamientos.

-Te amo mi amor- abro mis ojos y llevo mi mano hacia donde está la de ella y cuando la reemplazo algo curioso pasa, mis dedos tocan por donde debería estar la herida, tomo el cuello de mi camisa y la separo de mi cuerpo con brusquedad para ver el lugar en donde la bala había dejado el rastro.

-¿Lauren que pasa?- ella me pregunta con preocupación cuando me he levantado de golpe y he alzado mi camisa, pero me asombro cuando veo que no tengo ninguna marca. Me detengo a mirar alrededor pero ya no veo a mis hijos y cuando bajo mi cabeza la manta a cuadros está vacía y Camila ha desaparecido.