XXV

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Elisa McQuoid

La oscuridad y la pesadez de mi cuerpo es lo que embarga cada centímetro de él, siento el dolor y ardor en mis muñecas al mismo tiempo que nos las puedo mover. Abro mis ojos para encontrarme con el aterrador cuarto alumbrado con unas pocas velas que estoy segura la cera está casi por acabarse.

Mis brazos están en el aire, mis muñecas amarradas de una soga que esta directo al techo, mis pies están en alto dejando en evidencia que estoy sostenida solo por mis brazos y el dolor en mis hombros están siendo cada vez más agresivo, miro hacia el techo y la soga gruesa color negro está atada desde más arriba de mis muñecas en diferentes ajustes.

Cuando miro alrededor puedo ver al otro lado de la habitación a Camila, está igual que yo guindando del techo como si fuéramos unos animales en el matadero, su cabeza cae hacia adelántate y puedo ver su camiseta rasgada por el centro de su abdomen, es una cortada que tiene algo de sangre goteando aun.

Estoy más que segura que ella sigue inconsciente pero no puedo estarlo del todo, trato de mover mis brazos pero ya el dolor y el adormecimiento de mis brazos por la falta de sangre es mucho más.

Por el rabillo del ojo presiento un movimiento, lo alzo y veo a Camila que está alzando su cabeza, no pronuncia ninguna palabra porque tiene la boca tapada con cinca de embalar, sus parpados no pueden mantenerse abiertos, ella no se mueve.

Su rostro está mucho más malogrado que como estaba, y tiene el lateral de su rostro golpeado e incluso puedo ver como tiene una cortada en casi todo al lateral del rostro, estoy segura que tuvo que ser con un cuchillo, pero más concreto con una daga.

La costumbre de los vampiros de usar dagas es mucho más así que no me puedo sorprender, mi padre también tenía una daga, ella no se mueve al verme, pero con su mirada perdida no la aparta de mí. Su cabeza cae hacia adelante y su cabello tapa su rostro.

Trato de moverme aunque el dolor en mis muñecas se intensifica, ella no hará nada porque su cuerpo ya no puede, no me sorprende, Camila a estado recibiendo todo el dolor en conjunto. El de ella, el de su familia, el de su madre y padre, el de Lauren y el de nosotros, ella ha cargado con todo los pesos aunque parezca estúpido porque todos hemos estado allí.

Pero si es de enfrentarse al mundo por cada uno de nosotros estoy segura que ella lo haría, ya lo ha hecho y ha salido herida, controlada y humillada además de muerta, pero aquí esta.

-¡Mierda!- el murmuro sale de mis labios cuando estoy tomando con mi mano una de las cuerdas y tomo el resto de mi impulso cuando tomo la cuerda con ella, me alzo como puedo y trato de que una de mis muñecas se afloje, el dolor es grande.

La marca roja es cada vez peor cuando la estoy girando, mi fuerza se agota y vuelvo a caer dejando mi peso en mis muñecas, tomo un poco de respiro y vuelvo hacer lo mismo, cuando alzo la mirada puedo ver a Camila mirando hacia mi dirección.

Su cabeza se apoya en uno de sus brazos y no me había percatado de que incluso Camila no tiene zapatos, esta descalza, ella niega sutilmente pero no le presto mucha atención, sé que no quiere que me lastime pero de una u otra forma ya estamos los dos en este problema.

No sé porque está negando con más efusividad pero aun así cuando la cuerda va pasando entre mi mano que está tratando de adaptarse a cada fase de la soga para poder salirse, el dolor es mucho cuando veo como rastros de sangre comienzan a bajar en gotitas pequeñas por mi brazo.

Ahora el dolor se vuelve peor cuando quedo colgada de uno solo de mis brazos, mi hombro comienza a doler a un punto que es más fácil desprenderme del brazo que soltar la mano.

La venganza de la dama Millonaria (Camren G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora