Una miradita, princesa (Charleimy)

28. ❛ Todo bien ❜

Aviso de escenas +18 (parte mil).

—Yeimy

La noche estuvo rica. La mañana siguiente, no tanto. Mi cuerpo estaba cubierto de sudor, saliva y todos los fluidos corporales posibles; la habitación olía horrible y me sentía como si hubiera corrido tres maratones. Me levanté con cuidado de no despertar a Charly y fui al baño a darme una ducha.

Mis ojos se dirigieron de inmediato al jacuzzi. A fin de cuentas también era agua, debía limpiar igual. Lo preparé y me metí en él tras hacerme un moño rápido, porque desnuda ya estaba.

Eché la cabeza hacia atrás y cerré los ojos, relajándome. No pasó mucho tiempo antes de que escuchara el sonido de la puerta abriéndose.

—Baño ocupado, vuelva más tarde.

—Si pensás que voy a irme después de encontrar a mi novia —hizo énfasis em la palabra— desnuda en un jacuzzi, es porque tenés mucha imaginación.

Le miré con la ceja enarcada. Él también estaba desnudo, con un bulto hinchado entre las piernas. No necesitaba más para saber cómo, o mejor dicho dónde, iba a terminar aquello.

Charly se sentó en el borde del jacuzzi y me dio un beso en el pelo.

—Además te fuiste sin darme el beso de buenos días, yo creo que eso merece su castigo.

Tentador.

—Creés mal, no es mi culpa que seás un dormilón.

—Mínimo me debés la celebración con el champán. Te lo dije después de la entrevista.

Di un largo suspiro.

—Está bien. Traé el champán. Pero sin sexo, Charly.

—Cómo querás.

Volvió al cabo de unos minutos con la botella en una mano, dos copas en la otra y un condón entre los dientes.

—¿Qué parte de "sin sexo" no entendiste?

—Lo hago para no tener que levantarme cuando me pidás que te lo haga rico de nuevo —dijo mientras apoyaba las copas en la mesada para servirlas.

Los recuerdos de anoche me invadieron. Sentí algo caliente en mi intimidad, derramándose, pero traté de convencerme de que era el agua del jacuzzi. No iba a traicionar mis principios de separar espacios con mis parejas.

Charly me dio una copa mientras entraba, sentándose a mi lado, y yo empecé a beber con calma. Él dio un largo sorbo y dejó la copa en el piso antes de ponerse a horcajadas sobre mí. Nuestras intimidades se rozaron, haciéndome temblar.

—Estás preciosa por las mañanas —susurró, envolviendo mi rostro entre las manos mientras me daba un beso en la frente.

Sus besos bajaron hasta mi nariz, y terminaron castamente en mis labios. Sabía que me estaba provocando, esperando que yo diera el primer paso, pero no lo iba a conseguir.

—Te quiero —dijo con voz ronca.

—Se te va a gastar la palabra de tanto usarla.

—¿Qué le puedo hacer si es la verdad? —me volvió a besar y subió la mano a mi cuello—. Deberías maquillarte esto antes de que ciertas dos personitas te pregunten cómo te lo hiciste.

—Vos no te viste al espejo, ¿cierto? —Charly tenía varios chupetones en el cuello, y la espalda de llena de arañazos.

Él me miró sorprendido, pero luego sonrió.

—¿A la reina le gusta marcar territorio o comó va?

—Algo así —respondí, rodeando su hombro con el brazo para acariciarle la espalda.