Una miradita, princesa (Charleimy)

59. ❛ Nuestro pequeño milagro ❜

—Yeimy

Me miré al espejo del clóset, girándome para observar mi cuerpo desde distintos ángulos. La holgada falda del vestido azul ondeó al ritmo de mis vueltas.

—¿Qué te parece?

Mi vista se fijó en el reflejo de Charly, que estaba tirado en la cama con el celular.

—Te ves preciosa —respondió sin apartar los ojos de la pantalla.

—Charly, ni siquiera estás mirando.

—Ah, no, no me andés provocando, reinita.

—¿Provocar de qué? Te estoy preguntando por el vestido.

—Porque vos te ponés cada día más divina por el embarazo y sabés que no podemos estar juntos.

Le tiré un cojín a la cabeza, haciendo que me mirara al fin. Su gesto se ablandó al instante, soltando un suspiro antes de que sus labios acabaran en forma de "o".

—¿Ves lo que te decía? Tremenda mamasita y vos querés que te ande mirando, estando cerquita de vos, cuando llevamos tres meses sin acostarnos. Te encanta torturarme, ¿cierto?

—Charly, en primer lugar, llevamos cuatro días. Y en segundo, la idea de parar de hacerlo fue tuya, ¿sí recordás?

—¿Y qué querías que hiciera? Te queda una semana pa' salir de cuentas pues, mirá si empujo de más y le quiebro algo al bebé, ya te dije que leí que eso puede pasar.

—¿De qué libro sacaste eso?

Cuando Charly dijo que quería leer un poco para prepararse para el niño, a mí me había parecido una buena idea. A fin de cuentas Mateo y Vane ya eran grandecitos, y no nos acordábamos de mucho. Sin embargo, debí recordar antes lo intenso que era Charly, porque "un poco" para él significó ir a todas las librerías de la zona y comprar todos los libros de embarazos y bebés que encontró. Ahora podía yo nombrar cualquier alimento y él decía en tres segundos todas las bacterias que eran capaces de infectarlo. Hasta había aprendido a hacer helado casero vegano, dizque no confiaba en la higiene de los supermercados.

—No es de un libro, lo leí en un foro.

Solté un ruido de exasperación, volviendo la vista al techo.

—¿Y ahora te andás fiando de lo que cualquier desconocido diga en una página de internet pues?

—Es un foro serio para papás, Yeimy.

—No jodás, ¿ese es el sitio donde había una mujer asegurando que las vacunas mataron a sus cinco hijos? —pregunté con los brazos cruzados.

—Sí, pero...

—A lo bien, a la siguiente pendejada de esas que te creás le cambio la clave al wifi.

—Okey, perdón, perdón.

Me tumbé en la cama a su lado, apoyando la mano en su pecho mientras mis labios rozaban su cuello.

—A ver, pídamelo bien —susurré.

Charly se quedó inmóvil durante unos segundos, como si estuviera discutiendo consigo mismo, pero su parte más impulsiva pareció ganar porque de pronto sentí su mano en mi espalda atrayéndome hacia sí.

—Vení pa'cá, princesa —jadeó entre mis labios antes de comenzar a besarlos con intensidad. Le correspondí instantáneamente, apoyando mi mano en su mejilla.

—Ay —gruñí en voz baja.

Charly se alejó asustado al escucharme.

—¿Estás bien? ¿Qué pasó?