62. ❛ Sí, quiero ❜

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Aviso +18 de despedida ♡

—Charly

—Charly Flow, ¿querés casarte conmigo?

Entreabrí los labios con sorpresa. Por unos segundos pensé que había oído mal, hasta que Erik me dio un toque en el hombro.

—Pa, te hablan.

Tragué saliva como pude y asentí.

—¿Así me lo vas a pedir? ¿Ni anillo, ni rodilla hincadita, ni...?

—Sí, Charly, así. ¿Querés o no?

Me paré, sintiendo mis rodillas temblar como gelatina mientras corría hacia ella.

—Sí quiero, sí quiero, sí quiero.

Todos aplaudieron mientras yo rodeaba su cintura con los brazos y la hacía girar en el aire a mi alrededor. Yeimy soltó un pequeño grito de sorpresa, pero pronto se relajó y puso sus manos en mis mejillas para besarme. Sus labios sabían mejor que de costumbre.

Cuando nos separamos acerqué la boca al micrófono que ella aún tenía en sus manos.

—Muchas gracias, parceros. Miren que divina mi prometida, ¿sí o qué? —la volví a besar y traté de volver con ella a nuestra mesa, pero ella se quedó quieta.

—Oye, no, yo vine acá a cantar.

—Ah, ¿una rolita juntos vos y yo?

—De una.

—Parce, Mi destino —dije girándome hacia el hombre que ponía las canciones.

—¿A dónde con la melcochería? Poné Gasolina mejor.

No debía sorprenderme, Yeimy ya había cubierto su cupo de cosas lindas que decirme en lo que iba de noche y probablemente de semana y de mes. Además no había pedido nada de Yatra o Maluma, así que no protesté.

Tenemos tú y yo algo pendiente... Tú me debe' algo y lo sabe' —canturreé cuando acabamos y bajamos del escenario.

—¿Le di lo que quería y sigue de goloso? —preguntó ella con una ceja enarcada.

Pa' que mi gata prenda los motores... Creo que me dejaste la indirecta bien clarita pues.

—Y sí que se te prendieron, creo que mi gata sos vos.

—Yo soy lo que vos querás, princesa —susurré abriendo la boca junto a su mejilla como si me la fuera a comer, disfrutando de una de esas risas que significaban "sos idiota, Charly, y por eso te quiero".

Cuando al fin volvimos a la mesa todos nos abrazaron y nos felicitaron con entusiasmo.

—Ah, ya era hora —dijo Mateo—. Solo se demoraron... —miró el reloj—... Dieciséis años.

—¿Qué dieciséis, si a los ocho casi me dijiste de qué me iba a morir cuando te encontré en ese pasillo del colegio? —respondí, recordando la primera vez que le vi.

—No seás tramposo, vos sabés que llevo desde que tengo ocho años deseando que mis papás se casen.

—Lo sé —le abracé con fuerza contra mi pecho, dejando un beso en su pelo.

—Es el mejor regalo de cumpleaños que podía pedir.

Cuando nos separamos se limpió los ojos, y no pude evitar sonreír al darme cuenta de hasta qué punto se había emocionado.

—Qué chimba, señor Charly —dijo Pite—. Espero que sean muy felic...

—Sí, sí, yo también —murmuré volviendo con Yeimy.

Una miradita, princesa (Charleimy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora