Una miradita, princesa (Charleimy)

38. ❛ Alejate de los míos ❜

Capítulo +16, supongo. ¿?

—Yeimy

Miré a Charly con incomodidad al escuchar su propuesta.

—¿Podemos hablar... En privado?

Su mirada se ensombreció, presintiendo que no iba a recibir el "sí" que deseaba. Fuimos a la habitación y cerré la puerta detrás de nosotros.

—¿Qué pasa? —preguntó con los labios fruncidos.

—Juancho...

Charly puso los ojos en blanco.

—Me importa cinco Juancho.

—Ya, pero a mí no. Son tus canciones, tu plata, todo lo que conseguiste en tu vida...

—Ah, no, princesa, ahí te equivocás. Todo lo que conseguí en mi vida fueron mis hijos y vos.

Me mordí el labio inferior para contener una sonrisa. Me gustaba escuchar esas cosas, no lo podía negar, pero no quería que Charly creyera que iba a dar mi brazo a torcer. Me hubiera sentido muy culpable si Juancho cumplía sus amenazas y le impedía cantar sus propias composiciones cuando había sido gracias a mí que Charly había tenido que cederle los derechos de estas.

—Ya te dije, no es para siempre, solo necesito un poco de tiempo.

—¿Tiempo para qué? No seás ilusa, Yeimy, Juancho quiere joderme y no va a cambiar de opinión.

—Lo sé, pero... No perdemos nada por intentarlo, ¿cierto?

—¿Intentar qué? ¿Vas a ir a Soul and Bass a rogarle? No, ni pensés que voy a dejar que hagás eso por mi culpa.

—Ah, no sabía que eras mi dueño pa' permitirme ir a los sitios pues.

—Por mi culpa, Yeimy, dije por mi culpa —respondió con exasperación.

Tomé su cara entre las manos y puse mi mejor expresión de cachorrito.

—Calmate y confiá en mí, por favor.

—Confío en vos, es en él en el que no.

—Bueno, yo solo te estoy avisando, no te estoy pidiendo permiso. Voy a ir a hablar con él esta tarde.

—¿Esta tarde? No, quedate conmigo —murmuró haciendo un puchero mientras me agarraba del brazo.

—Charly, cuanto antes acabemos esto antes podremos contárselo a todo el mundo.

Saqué ropa del clóset mientras él se tumbaba en la cama a disfrutar de las vistas. Sin embargo, cuando le volví a ver, tenía el ceño fruncido.

—¿Qué pasó ahora? —pregunté con un suspiro de frustración.

—Estás hermosa.

—Gracias, supongo —respondí confundida.

—No, no era un cumplido. Sé que Juancho va a pensar lo mismo, y como se le ocurra hacerte una propuesta indecente ahí sí que lo mato.

—Él sabe lo que siento por vos, no se atrevería.

—¿Te tengo que recordar lo de la apuesta?

—No, no tenés que recordármelo, por el bien de tus bolas.

—Enojate conmigo lo que querás, pero si eso sirve para que vayas prevenida entonces lo pienso hacer.

—Charly, ese tema no me enoja, me lastima.

Vi el arrepentimiento reflejado en sus ojos por un instante.

—Yo...

—Mirá, dejalo ya, no me apetece seguir hablando con vos.