60. ❛ El papá más sexy de Colombia ❜

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Aviso +18.

—Charly

Todo era precioso, estaba soñando con Yeimy y yo en un prado lleno de flores, hasta que un ruido parecido a la alarma de un camión de bomberos me despertó.

—Apagalo, apagalo —me tapé la cara con la almohada para seguir durmiendo.

—Charly, es un niño, no se puede apagar.

Recordé de pronto que tenía un hijo recién nacido.

—Te toca a vos levantarte, yo fui la última.

—Con lo llorón que salió seguro que es hijo de Juancho, que lo coja él —me di la vuelta para seguir durmiendo, pero Yeimy me dio una patada.

—Idiota.

—Ay, sí, ya voy.

Me levanté frotándome los ojos. Había dormido aproximadamente media hora en la última semana. Incluso habíamos ido al médico para saber si le pasaba algo, pero no, al parecer solo había salido dramático como la mamá.

Tomé a Erik en mis brazos y empecé a mecerle suavemente. Por desgracia se calló; tenía la esperanza de que tuviera hambre y poder dárselo a Yeimy para que le diera pecho mientras yo seguía durmiendo. Era medio cruel, pero el sueño se había llevado mi empatía por completo.

Aunque cuando miraba a Erik, todos los sentimientos malos se desvanecían. No es porque fuera su papá, pero era el bebé más guapo del planeta. Se le había caído el cabello negro y le había salido uno castaño y fino, después de varios días de Mateo riéndose de él por ser calvo.

—¿Y cómo está el niño más divino del mundo? ¿Cómo? —susurré, dándole besitos en las mejillas y disfrutando de su olor de bebé.

Después de una hora al fin se durmió, así que le dejé con cuidado en la cuna. Cinco segundos después volvió a llorar.

—Te toca, te toca —dije volviendo rápidamente a la cama.

—Ah, no, esto fue culpa tuya, sigue contando como tu turno.

Después de otra nefasta noche de lloros y juramentos de hacerme la vasectomía en cuanto tuviera tiempo, nos amaneció al fin.

—Se durmió, se durmió —dije en voz baja cuando vi que seguía tranquilamente en su cuna.

—Gracias a Dios —murmuró Yeimy medio dormida con una sonrisa.

—Gracias a mí, será —me tumbé en la cama—. Turno de dormir, te toca darles el desayuno a los niños, adiós.

No sé qué karma estaba pagando, pero Erik empezó a llorar a los cinco minutos de que Yeimy se fuera y tuve que volver a cogerle en brazos.

—Creo que este principito también quiere desayuno —dije mientras Yeimy subía con un chocolate caliente y lo dejaba en mi mesita de noche—. Ay, no, ¿qué es eso? Yo necesito siete cafés.

—Bueno, por si a Erik le da por echarse una siestica ahora al fin y podemos dormir un rato.

—Creeme, yo me dormiría ahora mismo hasta con diez litros de cafeína en el cuerpo.

Yeimy se sentó al borde de la cama, quitándose la camisa, y yo le di a Erik antes de volver a tumbarme.

—Lo bien que come este nene, ¿a que sí? ¿A que sí? —dijo con voz de bebé dándole besitos antes de volver a dejarle en la cuna.

Nos dormimos un rato más hasta que Erik decidió volver a despertar.

—Le prometí a los niños que iríamos de paseo todos juntos antes del almuerzo.

Una miradita, princesa (Charleimy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora